Jesús de Nazaret es el autor de algunas de las frases más conocidas de la historia. Sin embargo, algunas de sus frases han sido usadas de forma bastante problemática, afirma Lucas Magnin en su canal Teología Pop, en YouTube. Es un contenido muy interesante, que vale la pena compartir.
Si bien Jesús de Nazaret era el hacedor y vocero del Evangelio Eterno, su discurso también contemplaba el contexto histórico y sociocultural donde él estaba inmerso. Algo tan sencillo de comprender, sin embargo la Biblia ha sido tergiversada y mal interpretada en muchas ocasiones.
Lucas Magnin, Magíster en Estudios Teológicos por la Universidad Nacional de Costa Rica, Licenciado en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba y con una Laurea en Ciencias de la Comunicación por la Università degli Studi di Siena, recuerda 3 cuestiones que complican, a veces, la interpretación literal de la Biblia:
##Los pasajes enigmáticos: La Biblia es una sucesión de libros escritos a lo largo de muchos cientos de años por gente heterogénea y en contextos diversos: desde Moisés en el desierto conduciendo a los herederos de Jacob hacia Canaán; hasta Daniel, cautivo en la Babilonia del rey medo Nabucodonosor; o el rey David consumido por errores tales como tener un hijo extramatrimonial con Betsabé y mandar a asesinar a su marido Urías el hitita.
Inclusive la escritura del Evangelio de Marcos y el universo de lectores a quienes él se dirigía, fue diferente al Evangelio de Juan, ya anciano y de regreso en Éfeso, autor del Apocalipsis cuando era preso político en la isla de Patmos. Hay pasajes de cumplimiento inmediato y otros no, difíciles de comprender. Magnin aconseja ubicar los pasajes enigmáticos a la luz de los pasajes más claros.
##La distancia cultural: La redacción de los libros de la Biblia fue en lenguas / dialectos / idiomas y culturas diferentes a los que coprotagonizamos hoy día. Magnin: “Si hablando en redes sociales, con personas de nuestra época, cultura e idioma se producen tantos errores de comunicación, imaginate los ‘hates’ (N. de la R.: comentario hirientes y negativo contra una persona en Internet, por medio mensajes de texto y aplicaciones) que recibiría Jesús si viviera en nuestros días y tuviera que usar X”. Por eso es esencial estudiar la Biblia con respeto y paciencia (N. de la R.: y con oración), sabiendo que no somos conocedores de todo, quizás ni siquiera de poco. Ay la vanidad.
##La condición humana: La historia nos enseña que malinterpretar las enseñanzas de Jesús no sólo es posible sino que es una tentación muy frecuente. “Pensemos en los discípulos. Ellos convivían con Jesús todos los días, podían preguntarle directamente y compartían la misma cultura, y aún así los evangelios nos dicen que a menudo no lo entendían. Y si esto les pasó a los 12 discípulos -al punto que inclusive uno de ellos lo entregó a quienes querían matarlo-, a nosotros también nos puede pasar.
Hoy en día tenemos recursos e investigaciones muy avanzadas acerca de la cultura, la geografía, el idioma y las costumbres de la época de Jesús. Esto nos permite comprender mejor los textos y su contexto, respecto de lo que era posible hace 100 años o 50 años o inclusive hace 20 años.
Entonces, Lucas Magnin realizó un ‘top 10‘ de frases de Jesús que popularmente se interpretan de una manera pero que los estudiosos de la Biblia aconsejan revisarlas.
10 – “El Reino de Dios es de los niños”
Las palabras de Jesús se suelen interpretar como una defensa de la ternura y la dulzura de los niños. Esto es consecuencia de que nuestra perspectiva de la niñez, en el siglo 21 y al menos en una porción de Occidente, es bastante idealista y romántica. Percibimos a los niños como seres puros e inocentes. Desde esta perspectiva, para entrar al Reino de Dios necesitamos adquirir condiciones casi angelicales.
Sin embargo, en el contexto histórico de la parábola, el Evangelio según Marcos capítulo 10:14-15 cuenta la historia de unos padres que llevan a sus niños para que Jesús los bendiga.
Los discípulos se enojan porque cren que los niños molestan a Jesús, y Él les responde “Dejen que los niños vengan a mi, no los detengan. Porque el Reino de Dios pertenece a los que son como estos niños. Les digo la verdad, quien no reciba el Reino de Dios como un niño nunca entrará“.
En los tiempos de Jesús, el valor de los niños eran que preservarían el nombre, las tradiciones y los bienes de su progenitor… si era varón. Debe recordarse la masacre de bebés que ordenó Herodes el Grande en Belén de Judea, sin costo alguno para él, en ocasión del nacimiento de Jesús (llamado ‘de Nazaret’ cuando nació en Belén).
Los niños carecían de influencia en aquella sociedad y la adultez se alcanzaba en lo que en nuestros días es la adolescencia:
- María fue madre de Jesús cuando tenía entre 13 y 15 años.
- La edad mínima para ingresar a una Legión de Roma era 15 años.
- La expectativa de vida era entre 30 años y 40.
Era curioso, para muchos en su época, que Jesús tuviera 30 años y viviera con sus padres, sin haber organizado su propia familia.
En ese contexto, los discípulos consideraban a los niños una molestia para Jesús. El énfasis de Jesús no tiene que ver con ser tiernos o inocentes sino con una inversión de valores. El Reino les pertenece a quienes la sociedad considera insignificantes.
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A pesar que los niños no parecen aportar algo a Jesús o a la sociedad, resultan el ejemplo que Él utiliza para explicar el cambio de valores que propone como condición para ingresar al Reino.
El peligro es descartar a quienes en nuestro contexto son insignificantes o poco útiles porque Jesús invierte la escala de prestigio y consideración de la sociedad.
9 – El Sermón del Monte, corazón de las enseñanzas de Jesús
En el relato bíblico hay una frase que se repite 6 veces: Jesús dice “‘Han oído lo que dice la Ley sobre matar, adulterar, el divorcio o los juramentos…“, y después remata con una frase: “Pero yo les digo… “.
No solemos darle a esta declaración el inmenso peso que tiene.
Durante todo su ministerio, Jesús hizo tambalear la seguridad religiosa de sus oyentes, sus prácticas piadosas -tal como el ayuno, las limosnas y la oración-, sus autoridades -los maestros de la Ley y los rabinos-, y su lugar sagrado -el Templo en Jerusalén-.
Una escena tipo: Los rabinos y los maestros se pasaban la vida debatiendo sobre distintas interpretaciones de la Ley. Los rabinos solían enseñar a través de oposiciones:
- por un lado, lo que la gente conocía popularmente sobre la Ley; y
- por el otro, una forma más pura de entenderla.
Pareciera que Jesús está haciendo exactamente lo mismo pero Él va mucho más allá.
Primero porque los rabinos fundamentaban su propia interpretación, a partir de lo que decía la Escritura pero Jesús fundamenta su enseñanza en Su Autoridad Personal.
Luego, porque los rabinos oponían su interpretación a otra interpretación rabínica. Jamás comparaban su punto de vista con la Ley misma.
En cambio Jesús no está reinterpretando la enseñanza de un rabino, no dice “Vengo a contradecir lo que dijeron Hilel o Shamai“.
Jesús reinterpreta la Ley misma. En resumen, el Sermon del Monte es mucho más que una enseñanza moral. Es una afirmación cristológica. En el centro del mensaje de la Ley y del Reino de Dios no encontramos un concepto, encontramos a Jesús mismo.
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8 – “Si tu ojo es ocasión de caer, arráncalo”
Esta es una de esas frases que se prestan a interpretaciones muy peligrosas. “Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno”.
Jesús era un maestro de las palabras, un comunicador brillante que lograba cautivar la imaginación y la fe de su audiencia. Su mensaje ha seguido atrayendo y fascinando a millones de personas durante 2.000 años pero es importante entender el código de Jesús.
No le gustaba hablar de manera llana con un discurso científico o una retórica racionalista. Jesús era un gran contador de parábolas.
Él sabía cómo usar el lenguaje para transmitir verdades profundas de una manera que la gente nunca olvidaría y para lograr eso, a menudo, usaba un recuso literario llamado ‘hipérbole’. En otras palabras, una exageración. A través de imágenes intensas y muy gráficas, Jesús grababa a fuego los principios del Reino de Dios. Hay un montón de hipérboles en los Evangelios:
- “Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos”;
- “Una fe como un grano de mostaza puede mover una montaña gigante”;
- “Una persona que se concentra en los errores ajenos es como si tuviera una viga inmensa metida en un ojo“.
Entonces, más que una invitación a arrancarnos un ojo o una mano, estas hipérboles graban a fuego la urgencia e importancia de lo que Jesús quería decir. No por nada seguimos hablando de eso 2.000 años después.
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7 – La oveja perdida, la moneda y el hijo pródigo
Pocos capítulos de la Biblia se han predicado más que Lucas 15.
Jesús cuenta 3 historias parecidas:
- la oveja perdida,
- la moneda perdida, y
- el hijo pródigo.
Nos encantan estas historias porque nos identificamos con ellas. Nos hemos sentido perdidos pero hemos sido encontrados.
Pero si miramos el pasaje con atención es probable que estas historias tan tiernas nos provoquen un poco de inquietud o incomodidad.
Lucas dice que Jesús estaba rodeado por dos grupos de personas:
- por un lado, publicanos y pecadores; y
- por el otro, fariseos y escribas, que criticaban a Jesús por ser demasiado indulgente: “Éste a los pecadores recibe y con ellos come”, decían.
Es en ese contexto que Jesús introduce las 3 parábolas:
- el pastor que dejó a las 99 para rescatar a la oveja perdida;
- la mujer que pierde una moneda y cuando la encuentra hace una fiesta; y
- el padre amoroso que recibe al hijo pródigo a pesar de que había hecho todo mal.
Estas parábolas no están pensadas únicamente para los perdidos -o sea los publicanos y pecadores- sino en particular es una respuesta a quienes no parecían perdidos -o sea los fariseos y escribas-.
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Imaginate la cara de los fariseos ante la injusticia de dejar a 99 ovejas fieles en medio del desierto para ir a buscar a la única que se portaba mal.
Y peor aún lo que les debe haber molestado escuchar que hay más alegría en el Cielo por un pecador perdido que se arrepiente y regresa a Dios que por 99 justos que no se extraviaron.
Jesús les está enseñando que Dios es como un pastor dedicado, una mujer responsable y un padre amoroso, que no se cansa de buscar a los perdidos. Todo esto suena muy lindo. Obviamente.
Pero si somos personas que buscamos agradar a Dios y nos esforzamos todos los días por ser buenos cristianos, en realidad nos parecemos más a las 99 que a la oveja perdida, más al hermano mayor que al pródigo.
Esto no les gustó a los fariseos y, probablemente, también nos caiga un poco pesado a nosotros. Las parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo son un poco inquietantes porque llaman la atención a personas que creen gozar del favor de Dios.
Pero es interesante que las parábolas no se quedan con un grupo y rechazan otro. Las 3 historias terminan en fiesta y si somos como ese hermano mayor que trabaja fielmente todos los días, buenos nosotros también estamos invitados a la fiesta, y sería una pena inmensa que nos la perdamos. Un Evangelio sin alegría no es la buena noticia que Jesús vino a proponer.
Quizás lo interesante sería, con misericordia y bondad desinteresada, ayudar al pastor, a la mujer y al padre a cumplir su propósito.
6 – Juan 10: Yo soy el Buen Pastor
El Buen Pastor da su vida en sacrificio por las ovejas. El que trabaja a sueldo sale corriendo ve que se acerca un lobo; abandona las ovejas porque no son suyas y él no es su pastor. Entonces el lobo ataca el rebaño y lo dispersa.
Generalmente asociamos este pasaje con la imagen tierna de Jesús como el Buen Pastor en el que podemos encontrar seguridad y protección, y en univel eso obviamente es veerdad.
Pero cuando analizamos el pasaje vemos que, después de oir estas palabras de Jesús, la gente se enojó mucho. Incluso algunos decían que estaba loco y endemoniado.
¿Por qué reaccionaron así ante un mensaje de ternura?
La clave para entender esta reacción se encuentra en que Jesús está trayendo al recuerdo una profecía de Ezequiel 34 contra los pastores de Israel, “qué aflicción les espera a ustedes pastores que se alimentan a sí mismos en lugar de alimentar a sus rebaños, ¿acaso los pastores no deben alimentar a sus ovejas?”
“Ustedes beben la leche, se visten con la lana y matan a los mejores animales pero dejan que sus rebaños pasen hambre”.
Usando la metáfora de los pastores y las ovejas, Ezequiel critica a los líderes de Israel por preocuparse más de sí mismos que de su rebaño. Los acusa de no cuidar a las ovejas débiles enfermas o perdidas y de gobernar con mano dura y crueldad.
Por eso, cuando Jesús afirma ‘Yo soy el Buenos Pastor’, está haciendo una clara distinción entre él y los líderes religiosos. Todos los que vinieron antes eran ladrones y bandidos pero las verdaderas ovejas no los escucharon (Juan 10:8).
La principal diferencia entre el Buen Pastor y los malos pastores es que el Buen Pastor da su vida por las ovejas, no las explota, no las abandona, no se aprovecha de ellas. Por eso las ovejas reconocen la voz del Buen Pastor y lo siguen. Se sienten seguras bajo su cuidado.
El hecho de que Jesús sea el Buen Pastor es algo maravilloso pero también es una llamada de atención. Cualquiera que no se comporta como el Buen Pastor es un pastor malo y las ovejas siempre deben preguntarse “¿Estoy reconociendo en este rebaño la voz del Buen Pastor?“.
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5 – Jesús calma la tormenta
Marcos nos cuenta la historia de una tormenta brutal que amenazaba con hundir la barca donde viajaban Jesús y los discípulos.
El Señor dormía y los discípulos se asustaron. Así que lo despertaron. Marcos nos dice que cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas ‘Silencio! Cálmense!’. De repente el viento se detuvo y hubo una gran calma.
Lo más habitual es interpretar esta orden de Jesús como lo que parece a simple vista: una orden al viento y a las olas o sea un milagro meteorológico.
Pero acá necesitamos entender la cultura donde vivía Jesús. Para el pueblo judío las grandes extensiones de agua eran vistas como algo caótico, monstruoso, un lugar de peligro y oscuridad.
Hay un montón de ejemplos de esto en la Biblia. En la creación Dios divide y ordena las aguas. El castigo viene en Génesis a través de un diluvio. En el Éxodo, Dios abre el mal milagrosamente para salvar a su pueblo. El mar es también donde habita una criatura monstruosa conocida como Leviatán.
Las aguas eran vistas como un territorio hostil y misterioso. En medio de ese mar peligroso, Jesús duerme junto a sus discípulos. Es similar a la historia de Jonás, que dormía en medio de una tempestad. Pero, a diferencia del profeta escapista, Jesús está en pleno control de la situación. Su orden es mucho más que un milagro meteorológico. Es una demostración de su poder sobre las fuerzas del mal.
Por eso los discípulos al ver el milagro responden: “¿Quién es este hombre? Hasta el viento y y las olas lo obedecen”. Y nos queda más clara la conexión entre tormenta y demonios. Cuando seguimos leyendo. Tanto Marcos como Mateo y Lucas ponen la calma de la tormenta justo antes del episodio de liberación del endemoniado gadareno. El mismo poder de Cristo que calmó las aguas libera a continuación al endemoniado y envía a los demonios a donde pertenecen, al abismo, el fondo del mar.
Más que un milagro meteorológico, la calma del viento y las olas son demostraciones del poder de Jesús sobre las fuerzas del mal y la muerte.
4 – Los pobres de Mateo vs. los pobres de Lucas
Según el Evangelio de Mateo, la primera bienaventuranza dice “Bienaventurados los pobres en espiritu porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mateo 5:1). Pero cuando vamos al Evangelio de Lucas leemos “Bienaventurados los pobres porque vuestro es el Reino de Dios“. (Lucas 6:20).
Esta diferencia entre los pobres en espíritu de Mateo y los pobres de Lucas ha llevado a que algunos entiendan dos líneas teológicas quizás incompatibles.
Por un lado, la línea más espiritualista de Mateo, preocupada por cuestiones del Cielo; y por otro, la línea más liberacionista de Lucas, preocupada por cuestiones de la Tierra.
Pero vamos de nuevo a meter la historia del pueblo judío.
Estamos en una época de dominación de Roma y antes de los romanos había sido el período de dominación helenística. Durante esos tiempos difíciles muchos judíos que se habían mantenido fieles a Jehová atravesaron situaciones muy hostiles por parte de las autoridades extranjeras. Esta hostilidad los ponía a menudo en aprietos económicos.
Por el contrario, otros judíos abandonaban su devoción y obediencia a Dios y abrazaban la cultura de sus invasores, lo que les ayudaba un montón a prosperar económicamente. Así fue como el término ‘pobre‘ se fue convirtiendo en una especie de código para describir a unos judíos que también eran pobres en espíritu. Eran temerosos de Dios aunque eso les trajera problemas con los poderes de turno.
Resumiendo: más que dos definiciones sin nada en común, Mateo y Lucas están describieno desde dos ángulos diferentes una misma realidad: la necesidad de reconocer humildemente nuestra dependencia de Dios y confiar en su provisión y cuidado. Las personas que hacen esto son bienaventuradas, de ellas es el Reino de Dios.
3 – “Dad al César lo que es del César”
Existen varias interpretaciones diferentes acerca de esta frase de Jesús: una distinción entre lo terreno y lo divino; una acusación a la hipocresía de los fariseos; una justificación de la separación entre Iglesia y Estado….
Pero Lucas Magnin decide enfocarse en uno en particular: En una ocasión fueron algunos fariseos y herodianos a tentar a Jesús con una pregunta sobre el pago de tributos, un tema harto conflictivo para los judíos. No puede ignorarse que por impuestos se habían dividido Israel y Judea luego de la muerte de Salomón. Y el pago de tributos a Roma les resultaba oneroso, injusto y humillante.
- Si Jesús se pronunciaba en contra del pago de tributos, había una poderosa acusación para presentar ante Poncio Pilatos.
- Si Jesús se pronunciaba a favor del pago de tributos, había una poderosa acusación para presentar al pueblo a Jesús como traidor.
(Marcos 12:16 y 17). “¿A quién pertenece la imagen y el título grabados en la moneda?”, les preguntó Jesús. “Al César”, respondieron los que preguntaban. “Entonces, den al César lo que es del César y a Dios lo que pertenece a Dios”.
La palabra imagen en griego se dice ‘Eicon’ y es la misma palabra que la Biblia utiliza para describir a los seres humanos que llevamos la ‘Eicon tu feu’ (La imagen de Dios).
En otras palabras, el dinero le pertenece al César -porque tiene u Eicon, su imagen- pero los seres humanos llevamos la imagen de Dios, así que le pertenecemos a Él.
Aunque la respuesta de Jesús puede ayudarnos a pensar acerca de diferentes aspectos de la vida cristiana, su acento es fuertemente teológico y es una invitación a entregarnos por completo a Dios, reconociendo que nuestra verdadera identidad y propósito están en Él.
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2 – Perdón y misericordia infinita
“Así como Jonás estuvo en el vientre del gran pez durante 3 días y 3 noches, el Hijo del Hombre estará en el corazón de la Tierra durante 3 días y 3 noches”.
Pero la señal de Jonás es mucho más que el episodio del pez. Si seguimos leyendo nos encontramos con esta afirmación: “El Día del Juicio los habitantes de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán porque ellos se arrepintieron de sus pecados al escuchar la predicación de Jonás. Ahora, alguien superior a Jonás está aquí pero ustedes se niegan a arrepentirse” (Mateo 12:41).
Y lo mismo pasó con la Reina de Saba que había ido a escuchar con humildad a Salomón.
Jonás era un profeta nacionalista que quería ver arder a los enemigos de su pueblo, era un hombre religioso que sabía cómo separar los buenos de los malos. Dios lo mandó a predicar a Nínive pidiendo el arrepentimiento a sus enemigos, y estos, irónicamente, aceptaron su invitación. Jonás no estaba contento con la señal.
Pero Jonás nos recuerda que el perdón y la misericorida de Dios se ofrecen a personas que, según nuestras credenciales, no se lo merecen: marginados, pecadores, despreciados… contra todas las expectativas, Jesús dijo que esa gente se adelanta a los líderes religiosos en su camino al Reino de Dios.
Quizás por sus palabras apunten también a la dimensión global del Reino de Dios. Una invitación que no se acaba en el limita al pueblo judío sino que alcanza a toda la Tierra.
Resumiendo: A una generación incrédula, que no escucha las palabras de Jesús, se le da una única señal: Dios abre sus brazos a los que no deberían estar ahí, tal como la oveja perdida o el hijo pródigo.
Quizás algo parecido esté sucediendo hoy Dios sigue atrayendo a sí mismo a las personas más inesperadas, tal como pasó con los ninivitas, la Reina del Sur, los publicanos y pecadores…. si no nos damos por aludidos ante esa evidencia, quizás el Espíritu Santo no va a darnos ninguna otra señal.
1- “Los pobres siempre estarán entre nosotros”
Marcos 14 nos cuenta una historia que sucedió poco antes de que Jesús fuese crucificado. Una mujer lo ungió con un frasco de perfume muy caro. Algunas personas que estaban ahí se enojaron y dijeron: “¿Por qué desperdiciar un perfume tan costoso? Podría haberse vendido por el salario de 1 año y el dinero dado a los pobres” (Marcos 14:4 y 5).
Pero la respuesta de Jesús, tal como solía suceder, dejó a sus críticos desconcertados. “Déjenla en paz, ¿por qué la critican por hacer algo tan bueno conmigo? Siempre habrá pobres entre ustedes, y pueden ayudarlos cuando quieran, pero a mi no siempre me tendrán. Ella hizo lo que pudo y ungió mi cuerpo en preparación para el entierro.”
“Siempre habrá pobres entre ustedes” es una frase que muchas veces se ha usado como una especie de resignación ante la pobreza.
Como siempre habrá pobres no es mucho lo que se puede o debe hacer. Conviene dedicarse a las cosas más espirituales, que son las que realmente importan.
Pero el pasaje toma todo otro sentido cuando descubrimos que Jeús no pronunció esa frase de manera trivial.
En realidad, Él está citando el capítulo 14 de Deuteronomio -libro escrito por Moisés-, que habla sobre el jubileo, el Año Agradable, un tiempo de celebración en Israel, donde se perdonaban las deudas y se combatía la pobreza.
Y en Deuteronomio 15 dice: “No deberá haber pobres en medio de tí porque el Señor tu Dios te bendecirá en abundancia en la tierra que te da como preciada posesión” (Deuteronomio 15:4).
El texto invita a la generosidad con los necesitados y advierte contra una actitud egoísta. Y cierra con esta frase:
“Siempre habrá algunos que serán pobres en tu tierra, por eso te ordeno que compartas sus bienes generosamente con ellos y también con otros israelitas que pasen necesidad.”
Este es el versículo del que habla Jesús cuando dice que siempre habrá pobres entre nosotros, no está sugiriendo que la pobreza es algo inevitable o que debemos ignorar. Por el contrario. En línea con la enseñanza de Deuteronomio, Jesús está enfatizando que la actitud de los creyentes antes la pobreza debe ser la generosidad.
La mujer que derramó el perfume estaba preparando a Jesús para su sepultura. Y si a los críticos de Jesús realmente les importaban los pobres, la posibilidad de ser generosos seguía estando ahí. Y es interesante que los primeros cristianos aplicaron esta enseñanza de Jesús de una manera muy concreta.
El libro Hechos de los Apóstoles 4:32, 34 y 35 dice que todos los creyentes estaban “unidos de corazón y en espíritu, y consideraban que sus posesiones no eran propias, así que compartían todo lo que tenían y no había necesitados entre ellos porque los que tenían terrenos o casas los vendían y llevaban el dinero a los apóstoles para que ellos los dieran a los que pasaban necesidad”.
Cada vez que apareció una necesidad como las viudas (Hechos 6) o la hambruna (Hechos 11) era suplida por el amor, la generosidad y la responsabilidad de los hermanos y hermanas en la fe.
En otras palabras, la Iglesia estaba viviendo en pleno jubileo el año agradable del Señor.
Había llegado lo que Mark Twain dijo: “A la mayoría de las personas les preocupan los pasajes de las Escrituras que no comprenden, pero los que me preocupan a mí son los que sí comprendo“.