Con el ambiente ya caldeado por varios días de crisis y protestas, a horas de consumarse el golpe de Estado en Bolivia, circula un video de Luis Fernando Camacho dando un discurso ante miles de bolivianos con Biblia en mano y escoltado por un hombre que sostiene la virgen. Eriza la piel, no precisamente de…
Con el ambiente ya caldeado por varios días de crisis y protestas, a horas de consumarse el golpe de Estado en Bolivia, circula un video de Luis Fernando Camacho dando un discurso ante miles de bolivianos con Biblia en mano y escoltado por un hombre que sostiene la virgen.
Eriza la piel, no precisamente de alegría, ver la historia repetirse. Una vez más en nombre de la religión y de Dios se avasalla la mismísima democracia.
El hecho es una alerta dentro de un escenario que deja en evidencia la llegada e instauración progresiva de gobiernos cristianos, particularmente evangélicos, en Latinoamérica.
Indisolubilidad entre la derecha y los evangélicos
Del total de la población latinoamericana, un 20% se define como evangélica, en contraste al 4% registrado en la década del 70. Un aumento indiscutible que en las últimas elecciones de los Estados a lo largo del continente ha dado que hablar.
En Costa Rica el año pasado el cantante y presentador religioso Fabricio Alvarado disputó la segunda vuelta. Aunque no logró vencerla, sorprendió el apoyo hacia su postura conservadora en contra del matrimonio igualitario, la fecundación in vitro y el aborto.
El promedio latinoamericano de personas evangélicas se duplica en Guatemala, configurando un 40% que explica parcialmente la presidencia del profesor de teología, Jimmy Morales.
En México, Andrés Manuel López Obrador adoptó un sistema de conferencias de prensa matutinas de las que el 20% alude a pasajes o conceptos bíblicos, dada la fuerte impronta evangélica que el mandatario no disimula.
En los días más convulsionados de Chile no está de más recordar el apoyo de parte de la comunidad de esta afiliación religiosa en la candidatura y asunción de Sebastian Piñeira.
El caso podría asimilarse al de Colombia, territorio en el que el presidente Iván Duque asumió la presidencia luego de recibir el impulso de la adhesión a su frente de la candidata que representaba los votos cristianos.
En Brasil los mismos líderes evangélicos que apoyaron a Dilma Rousseff en su candidatura a la reelección en 2014, cambiaron de postura hasta llegar a promover su destitución. Sin embargo, del actual presidente Jair Bolsonaro abundan los guiños hacia la Iglesia Universal del Reino de Dios y desde su mismísima asunción recibió el apoyo de la derecha cristiana de Estados Unidos. La presencia en el acto del secretario de Estado, Mike Pompeo, es sólo un atisbo de la influencia total que tienen sus creencias de índole presbiteriana en cuestiones de geopolítica.
Mauricio Macri no logró la reelección en Argentina, pero en las últimas semanas de campaña se mostró ligado al liderazgo religioso representado por la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de Argentina (ACIERA), organización que también dialogó con el presidente entrante. No obstante, los asuntos de culto parecen no teñir por completo los discursos como en los países anteriores, sumado a la intención de ACIERA de desalinearse respecto a sus análogos bolivianos.
La paradoja de la historia es que es más fácil observarla objetivamente cuánto más alejada del presente está. Y es por esto que en Bolivia el vínculo del golpe de Estado con la religión es aún una tarea ardua.
Camacho, el líder cívico y una de las caras más visibles del golpe, no titubeó al declarar sus motivaciones católicas con frases como “Pachamama nunca volverá al Palacio” o “Bolivia le pertenece a Cristo”, ni tampoco ocultó su apoyo al gobierno de ultraderecha en Brasil.
Tampoco la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB) optó por retractarse de su papel en dictaduras pasadas, sino que en nombre de Dios afirmó: “lo que sucede en Bolivia no es un golpe”.
En este contexto, el filósofo, teólogo y académico Enrique Dussel señala que “ya no es la civilización occidental y cristiana católica de derecha, sino que estamos viendo un fenómeno nuevo y es que son las iglesias evangélicas las que están apoyando el proceso brasileño y ahora en Bolivia con un hombre desaforado como Fernando Camacho”.
Fuera de contexto
Cientos de religiones aseguran tener la Biblia como guía. Fundamentan sus acciones y discursos en porciones de las páginas sagradas como quién usa un dicho popular en intercambios coloquiales.
En el Antiguo Testamento hay un sinfín de textos pasibles de ser descontextualizados y tomados de argumento para establecer gobiernos religiosos en la actualidad. Sin embargo, en dichas ocasiones hay un desconocimiento del punto de inflexión en la historia de gobiernos teocéntricos cristianos.
Repasar la historia bíblica echará luz sobre el modo correcto de interpretar los pasajes, eliminando el riesgo de usarlos fuera de contexto. En primer lugar, Dios eligió un pueblo para que sea su representante en la tierra:
“¿Y qué otra nación en la tierra es como tu pueblo Israel, al cual viniste a redimir para ti como pueblo, a fin de darte un nombre, y hacer grandes cosas a su favor y cosas portentosas para tu tierra, ante tu pueblo que rescataste para ti de Egipto, de naciones y de sus dioses? Pues tú has establecido para ti a tu pueblo Israel como pueblo tuyo para siempre, y tú, señor, has venido a ser su Dios” (2 Samuel 7:23-24).
Pero la Nación de Israel debía tener una organización y gobierno especial, separado, que guarde la Ley. Los jueces representaron la teocracia y gobernaron hasta que el pueblo demandó un rey y les fue dado, aunque era contrario al propósito original que Dios le había dado (1 Samuel 8).
De esta forma, la decadencia del pueblo fue progresiva hasta determinar que no cumpliría con el propósito antes dado:
“Muchas veces los libró; ellos, sin embargo, fueron rebeldes a su consejo, y se hundieron en su iniquidad” (Salmos 106:43).
“Sus gobernantes juzgan por soborno, sus sacerdotes instruyen por paga, y sus profetas predicen por dinero; para colmo, se apoyan en el Señor, diciendo: «¿No está el Señor entre nosotros? ¡No vendrá sobre nosotros ningún mal!» Por lo tanto, por culpa de ustedes Sión será como un campo arado; Jerusalén quedará en ruinas, y el monte del templo se volverá un matorral” (Miqueas 3:10-11).
Pasados los siglos, en el Nuevo Testamento se observa una constante lección acerca de la instauración de un Nuevo Pacto, ya no con un pueblo específico:
“No como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto. Como ellos no permanecieron en mi pacto, yo me desentendí de ellos —dice el Señor” (Hebreos 8:9).
“Al decir «Nuevo pacto», ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece está próximo a desaparecer” (Hebreos 8:13).
Es decir, el requerimiento de gobernantes afiliados a la fe en Dios ya no sería congruente con la ley de la libertad. Por eso en varios textos populares (por ejemplo Mateo 23 y 1 Pedro 2:13-14) Jesús insta a sus seguidores a no imitar la actitud de fariseos y escribas en su hipocresía.
Si bien la capacidad de elección es incondicional para la divinidad, la naturaleza humana demuestra desde en sus fibras más íntimas que los mejores resultados se obtienen cuánto más se respeta la Ley que rige el cielo y la tierra.
“Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”. (Santiago 1:25-27)
Orar no es gobernar
Comunidades religiosas de la rama del protestantismo llaman a interceder por los líderes políticos basados en algunos pasajes bíblicos como por ejemplo,
- “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos” (Romanos 13:1-5).
- “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.” 1 Timoteo 2:1-2.
En un Estado de derecho, la pluralidad es constitutiva. Bajo este fundamento, el llamado de líderes y pastores de iglesias a orar por los gobernantes, está considerada dentro de las libertades de culto y creencia.
Sin embargo, cuando la religión es la agenda, consejo, leitmotiv o argumento discursivo del estrato político, la ciudadanía debe alertarse.
La separación Iglesia-Estado es condición para la libertad de conciencia, siendo Dios su principal amparador y no las instituciones que se designan sus voceros en la Tierra.
Estados laicos y plurales
La tradición de la laicidad parece estar asociada a la autonomía entre el Estado y la Iglesia Católica. Pero los nuevos modos de las últimas décadas han demostrado que esta es sólo una cara de la moneda.
No hay fecha de salida para los gobiernos evangélicos en Latinoamérica, que dejan entrever la unión de la política y la religión al momento de defender la familia en su versión heterosexual, la vida desde la concepción, rechazar leyes de educación sexual, de aborto, entre otros.
Argentina aun se diferencia de países vecinos que poseen gobiernos altamente cristianos debido, en parte, a que la religión no es un factor decisivo al momento de votar. No significa que las comunidades de esta afiliación religiosa estén fuera del debate político, sino su participación es significativa desde los 90 y han sido determinantes en la constitución del Estado laico a fines del siglo XIX.
Bolivia no corre con la misma suerte. Horas después de autoproclamarse presidenta, Jeanine Añez opinó ante la pregunta de un periodista de la BBC acerca de la laicidad en Bolivia: “eso fue una impostura del Movimiento Al Socialismo, hay que tener en cuenta que ellos abusaron durante todo este tiempo de imponer a los bolivianos porque tenían los votos en el Parlamento. Pero acá nosotros somos un 80% de personas de fe”.
Aquellas tesis que Lutero clavó en las puertas de la Iglesia del Palacio de Wittenberg resuenan y recuerdan que considerar a la política vinculada estrechamente a la religión, siempre va a ser un motivo suficiente para alertar a la ciudadanía sobre los peligros que corre la democracia, la pluralidad, la libertad de conciencia y la soberanía latinoamericana.
Por Elizabeth Maier