Puede ocurrir en cualquier sociedad porque la expansión del LGBT+ ocurre a diario en muchas culturas. Pero en USA acaba de suceder un acontecimiento que provoca temor acerca del autoritarismo del 'progresismo secular' que estigmatiza toda creencia religiosa que no sea afín a la comunidad homosexual. Y esto es tan negativo como las manifestaciones homofóbicas…
Puede ocurrir en cualquier sociedad porque la expansión del LGBT+ ocurre a diario en muchas culturas. Pero en USA acaba de suceder un acontecimiento que provoca temor acerca del autoritarismo del ‘progresismo secular‘ que estigmatiza toda creencia religiosa que no sea afín a la comunidad homosexual. Y esto es tan negativo como las manifestaciones homofóbicas que el LGBT+ condena.
El problema surgió durante la aparición del precandidato presidencial Robert Francis O’Rourke, más conocido como Beto O’Rourke en el foro de candidatos LGBTQ en Los Ángeles (California). Cuando el anfitrión de CNN, Don Lemon, le preguntó si las iglesias o los grupos religiosos deberían perder su estatus de exención de impuestos si no apoyaran el matrimonio entre personas del mismo sexo, O’Rourke dijo que sí.
“No puede haber recompensa, beneficio ni exención de impuestos para ninguna institución u organización en Estados Unidos que niegue los derechos humanos y los derechos civiles plenos de cada uno de nosotros”, afirmó O’Rourke el jueves 10/10.
Curioso el extremismo de O’Rourke porque él es hijo de un juez (Pat O’Rourke, una figura política de El Paso, Texas, fallecido en 2001). Y no es un practicante LGBT+: se casó en 2005 con Amy Hoover Sanders, tienen dos varones y una niña.
En una aparición el domingo 13/10 en el “Estado de la Unión”, de CNN, en South Bend, Indiana, el alcalde Pete Buttigieg fue el primero en rechazar públicamente la propuesta de O’Rourke.
Buttigieg dijo que, si bien él apoya las leyes contra la discriminación, no avala la reducción de la exenciòn de impuestos a las instituciones religiosas.
Si todas las organizaciones religiosas sin fines de lucro con oposición doctrinal al matrimonio homosexual pierden sus exenciones de impuestos, las personas vulnerables sufrirán las consecuencias, explicó. Los efectos no se limitarían a los protestantes republicanos blancos. De hecho, casi con certeza haría un daño tangible a algunos de los estadounidenses muy homosexuales a quienes O’Rourke pretende proteger.
Matt Ford, en la revista New Republic, de Washington DC, explicó el problema: “Los candidatos presidenciales demócratas han pasado el año introduciendo ola tras ola de nuevas ideas políticas. Algunos de ellos son excelentes. Otros son interesantes. Y unos pocos serían desastrosas. El llamado de Beto O’Rourke la semana pasada para negar exenciones de impuestos a las iglesias y otras instituciones religiosas si se oponen a la igualdad matrimonial cae directamente dentro de la última categoría.”
Muchas de las universidades y seminarios tienen declaraciones confesionales que están en conflicto con los prejuicios progresivos vigentes en relación con, por ejemplo, el comportamiento sexual o los anticonceptivos abortivos. ¿Se castigará su disenso?
Si las restricciones progresivas a la libertad religiosa se afianzaran, la eliminación de la exención de impuestos sería solo el comienzo. Eventualmente, estas instituciones se verán obligadas a perder su acreditación regional y perderán enormes cantidades de ingresos adicionales debido al “estigma de los donantes” asociado con las donaciones a causas conservadoras.
No está claro cuántas organizaciones religiosas se verían afectadas por tal plan, pero es seguro asumir que habría un profundo impacto en la infraestructura espiritual estadounidense.
La mayoría de las denominaciones cristianas, incluidas las iglesias católicas (tanto la apostólica romana como la ortodoxa oriental), el movimiento de los Santos de los Últimos Días -más conocidos como mormones-, así como las tradiciones bautistas, metodistas y otras, se oponen a los matrimonios del mismo sexo y se verían perjudicadas por este cambio de política que propuso O’Rourke. También ingresarían a la ‘black list‘ muchas sinagogas judías ortodoxas y una amplia franja de mezquitas y otras organizaciones culturales musulmanas.
Tal como era de esperar, los rivales demócratas de O’Rourke rechazaron su propuesta, dejándolo inusualmente aislado entre los candidatos. “No estoy seguro de que él entendiera las consecuencias de lo que estaba diciendo”, dijo Pete Buttigieg a CNN. “Eso significa no sólo ir a la guerra con las iglesias, sino también con las mezquitas y muchas organizaciones que pueden no tener la misma visión de varios principios religiosos que yo”.
Desde el comando de campaña de Elizabeth Warren afirmaron que “durante mucho tiempo las instituciones religiosas en USA han sido libres de determinar sus propias creencias y prácticas, y ella (Warren) no cree que debamos exigirles que realicen matrimonios del mismo sexo para mantener su estado exento de impuestos”.
En una declaración al Servicio de Noticias de Religión (News Religion Service), el comando de campaña de la presidenciable demócrata Elizabeth Warren rechazó el comentario de O’Rourke.
Warren, demócrata de Massachusetts, afirmó en su comunicado: “Las instituciones religiosas en Estados Unidos han sido libres durante mucho tiempo de determinar sus propias creencias y prácticas, y no cree que debamos exigirles que realicen matrimonios del mismo sexo para mantener su estado exento de impuestos”.
La declaración agregó, buscando el centro y no un extremo: “Elizabeth también estará, en cualquier caso, hombro con hombro con la comunidad LGBTQ+ hasta que todas las personas estén capacitadas y puedan vivir su vida sin temor a la discriminación y la violencia”.
Entonces, ante el escándalo, retrocediendo en su reclamo inicial, O’Rourke dijo que las iglesias y otras organizaciones religiosas sin fines de lucro que no facilitaran el LGBT deberían mantener su categoría exenta de impuestos, pero que deberían estar legalmente obligadas a no discriminar a los homosexuales y personas transgénero. Pero el virus de la sospecha acerca de las verdaderas intenciones ya habìa sido inoculado.
Citando la Ley de Derechos Civiles estadounidenses de 1964, O’Rourke afirmó que, en forma independiente de los valores religiosos, “cualquier organización debería cumplir con las mismas leyes destinadas a frenar la discriminación en la vivienda, el transporte y el empleo. Deben seguir las leyes de este país, incluida la ley que prohíbe la discriminación”.
“Quiero asegurarme de que hagamos cumplir esas leyes“, dijo O’Rourke. “Me aseguraré de que esos continúen siendo nuestros valores en este país, que respetemos la ley, pero que también respetemos la libertad de perseguir esas creencias religiosas como mejor le parezca“.
Varios legisladores tanto del Partido Demócrata como del Partido Republicano condenaron los comentarios de O’Rourke, señalando que su posición contradecía las libertades religiosas otorgadas en la Declaración de Derechos. El senador republicano por Nebraska, Ben Sasse, dijo que la posición de O’Rourke era “una tontería intolerante” que “apuntaría a muchos cristianos, judíos y musulmanes sinceros … Esta intolerancia extrema no es estadounidense”.
El análisis de varios medios de comunicación fue que resultaba una discriminación de contenido flagrantemente inconstitucional. Volviendo al comentario de New Republic, “Es una estrategia política miope que no funcionará tan bien en las elecciones generales. Y, de manera realista, podría causar graves daños a las personas vulnerables atendidas por las instituciones religiosas cuyas finanzas atacaría O’Rourke.“
El problema constitucional es simple: el gobierno federal no puede imponer beneficios o castigos por razones teológicas.
En una declaración adjunta al documento “Convivencia pacífica”, Martin Castro, presidente de la Comisión de Derechos Civiles de USA, argumentó que los creyentes religiosos usan frases como libertad religiosa como “palabras clave para la discriminación, la intolerancia, el racismo, el sexismo, la homofobia, la islamofobia [y] la supremacía cristiana“.
El mensaje de O’Rourke y Castro es compartido por muchos “progresistas” demócratas: la libertad religiosa tiene que desaparecer.
La suposición subyacente en el planteo de O’Rourke y quienes coinciden con él es que el desacuerdo de un cristiano sobre el matrimonio o la sexualidad necesariamente representa odio, miedo o intolerancia. Y hay motivos para semejante exceso. Lamentablemente, demasiadas personas religiosas han expresado odio hacia las personas LGBT, dando crédito a esta suposición. Un fanatismo choca con otro fanatismo.
Sin embargo, alguien debe introducir equilibrio. Un ejemplo: el matrimonio gay todavía tiene un apoyo minoritario entre los protestantes negros, y significa que muchas iglesias negras históricas podrían perder su exención de impuestos bajo el plan de O’Rourke.
Lo mismo va para los musulmanes estadounidenses, quienes en el escenario de O’Rourke se verían acosados tanto por la discriminación federal de la derecha política como por la izquierda. (De hecho, la discriminación de contenido religioso que O’Rourke quiere es posiblemente constitucionalmente similar a la discriminación de la “prohibición musulmana” original de Trump).
También se verían afectadas las organizaciones religiosas de servicios sociales tales como los hospitales católicos que atienden a uno de cada seis pacientes en USA, y en muchas áreas ofrecen la única atención hospitalaria disponible.
Una ligera mayoría de los católicos estadounidenses, tal como el propio O’Rourke, apoya el matrimonio entre personas del mismo sexo, rechaza la postura formal del Vaticano, al igual que minorías sustanciales de otros grupos religiosos con oposición doctrinal oficial.
Pero esa diferencia de opinión no significa que estos votantes quieran que sus iglesias, mezquitas u otras instituciones religiosas pierdan sus exenciones de impuestos.
Y una abolición neutral del contenido de estas exenciones de impuestos solo significaría votantes religiosos más enojados, ya que incluso las instituciones religiosas que afirman LGBTQ se encontrarían en dificultades financieras significativas.
Esas consecuencias financieras no se limitarían a los feligreses de las iglesias seleccionadas en la visión de O’Rourke. “¿Realmente queremos cerrar una parte completa del sector educativo o del sector de servicios sociales?”, preguntó Michael Wear, quien lideró a los votantes religiosos en la campaña 2012 del entonces presidente Barack Obama.
El investigador del Instituto Cato, Walter Olson, dijo que las distinciones o restricciones que puede hacer la legislación se refiere a aquellos que sea considerado “verdaderas amenazas de ataque criminal o incitación destinadas a causar una conducta criminal inminente”, pero no por simple creencia.
Uno de los problemas que se plantean es que la salvaguarda que plantea O’Rourke es una espada de dos files: si un presidente O’Rourke puede despojar a las organizaciones sin fines de lucro de exenciones de impuestos en función de sus creencias, también puede hacerlo un presidente Trump.
Al igual que con el control de armas, O’Rourke dice en voz alta exactamente lo que el Partido Republicano advirtió que los demócratas quieren hacer en secreto.
O’Rourke puede estar imaginando entre sus objetivos a cultos conservadores tales como la Iglesia Bautista de Westboro o grupos evangélicos blancos conservadores que probablemente votan por Trump. Pero en los hechos no serían sus únicos objetivos.
El foco de una visión genuinamente cristiana del matrimonio y la sexualidad no puede considerarse fanatismo.
La propuesta de O’Rourke ofrece reparos:
** violenta la 1ra. Enmienda y las muchas opiniones de los tribunales que dejan en claro que no se puede negar la exención de impuestos a los grupos en función de sus puntos de vista;
** amenaza no sólo la libertad religiosa sino también otras libertades;
** el punto de vista de O’Rourke crearía repercusiones negativas para las iglesias y otras instituciones; y
** cuando se restringe la libertad religiosa, toda la nación sufre.
El alcalde Buttigieg, en las barbas de O’Rourke, dijo que cuando la religión se usa para oprimir a la gente, “hace a Dios más pequeño”.
Más tarde, O’Rourke discutió su propuesta en el canal de noticias MSNBC, y pareció querer enmendar sus comentarios iniciales al afirmar que “la forma en que practicas tu religión o tu fe dentro de esa mezquita o ese templo o sinagoga o iglesia es asunto tuyo, y no los asuntos del gobierno “.
Pero O’Rourke enfatizó que su propuesta todavía se aplica a las instituciones religiosas que brindan servicios, argumentando que si bien las personas religiosas “son libres de practicar (su) fe como mejor les parezca”, los ciudadanos estadounidenses “no pueden discriminar a las personas en este país.”
Él argumentó que, en los años ’70, el Servicio de Impuestos Internos le había revocado su estado de exención de impuestos a la Universidad Bob Jones -medida respaldada por una decisión de la Corte Suprema en 1983-, por negar la igualdad de trato e inscripción a los africanos.
O’Rourke cree que él está promoviendo un mundo en el que le gustaría vivir. Pero en ese mundo no hay disidencias sino uniformidad. Enorme ironía de los ‘progresistas‘.
Irónicamente para O’Rourke y otros progresistas seculares, llegará el día en que sus preocupaciones no reflejarán las preocupaciones de los progresistas del mañana. Entonces serán ellos, los progresistas seculares de hoy, cuyas libertades serán restringidas. Y será su culpa porque una vez dieron el golpe a la libertad.