El domingo 08/12, el Presidente electo de la Argentina, Alberto Ángel Fernández; y el Presidente saliente, Mauricio Macri, participaron de la homilía ofrecida por el arzobispo católico apostólico romano de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, y la misa conducida por el titular de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea. Sin duda, una notable…
El domingo 08/12, el Presidente electo de la Argentina, Alberto Ángel Fernández; y el Presidente saliente, Mauricio Macri, participaron de la homilía ofrecida por el arzobispo católico apostólico romano de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, y la misa conducida por el titular de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea.
Sin duda, una notable demostración de poder terrenal de la Iglesia Católica Apostólica Romana porque, luego de una transición fallida, Macri y Fernández se reunieron sólo por la convocatoria del clero, participando además líderes empresariales y sindicales. De hecho el Foro de Convergencia Empresarial, del que participan grandes empresas, saludó “con esperanza” el encuentro, al que consideró “un gesto que honra a la democracia y promueve el espíritu de convivencia de los argentinos”.
En la fecha, además un feriado nacional en la Argentina a causa de una festividad católica apostólica romana -los días 08/12 se homenajea a la Inmaculada Concepción de la Virgen María-, fue el inicio del Año Mariano Nacional dispuesto por la CEA para conmemorar los 400 años del hallazgo de la sagrada imagen de la Virgen del Valle.
El jubileo incluirá la realización del IV Congreso Mariano Nacional, del 23/04/2020 al 26/04/2020 en la diócesis de Catamarca, con el tema “María, Madre del Pueblo, esperanza nuestra”.
Casualmente, Alberto Fernández había visitado Catamarca el sábado 07/12.
Además, la Penitenciaría Apostólica, por una orden del papa Francisco, que es argentino, concedió la indulgencia plenaria para “todos aquellos que a lo largo del año visiten un santuario mariano o cualquier templo dedicado a la Virgen en todas las diócesis de la Argentina, cumpliendo con los consabidos requisitos para alcanzar esta particular gracia divina”.
En las facultades que se atribuye la Iglesia Católica, existe la indulgencia parcial y la indulgencia plenaria.
La diferencia entre una y otra consiste en que la parcial libera en parte la pena temporal por el pecado, y la otra en forma total. Por ejemplo, al rezar el rosario se puede alcanzar la indulgencia parcial, y si además se reza en familia, se puede ganar la indulgencia plenaria.
Para la Iglesia Católica, la culpa es la responsabilidad por el pecado; la pena es la consecuencia que tiene ese pecado.
La pena temporal, que la confesión no borra, se puede purificar de tres formas:
- ofreciendo buenas obras y los sufrimientos de esta vida;
- con el purgatorio, tras la muerte; o
- con indulgencias.
Pero las indulgencias plenarias van mucho más allá.
“Las indulgencias son un empujón y un regalo inmerecido que Dios nos da, a través de la Iglesia, en el camino de la búsqueda de la santidad”, es lo que se explica.
A Luján
Si bien hay sectores de la sociedad argentina que reclaman una separación de Iglesia y Estado, la solicitud no ha prosperado.
El Estado argentino y la Iglesia Católica se encuentran unidos en un infrecuente Concordato que refuerza y regula el vínculo, una práctica que no está vigente en la mayoría de los países que en el pasado mantuvieron Concordatos con el Vaticano.
Un Concordato entre un país y el Vaticano tiene la categoría jurídica de Tratado Internacional.
Es difícil que suceda una separación entre el Estado y la Iglesia durante un gobierno del Partido Justicialista, cuyos líderes mantienen una relación muy cercana con el pontífice Francisco (Jorge Bergoglio), aún cuando prospere en el futuro una despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo.
En el marco de la inauguración del Año Mariano Nacional, la CEA invitó a la “Misa por la unidad y por la paz”, en la Basílica de Luján.
Los obispos le habían presentado su interés al presidente Macri, en la audiencia última que mantuvieron luego del triunfo de Fernández.
Entonces, a dos días del traspaso de poder, Macri y Fernández participaron de una actividad convocada por la Iglesia Católica Apostólica Romana en las puertas de la Basílica Nacional Nuestra Señora de Luján.
Ambos Presidentes, católicos bautizados, se ubicaron en la primera fila, junto a sus parejas actuales, Juliana Awada y Fabiola Yañez.
También estuvo quien fuera candidato a Presidente de la Nación, Roberto Lavagna.
La Basílica se encuentra en la ciudad de Luján, a unos 70 km. al oeste de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la provincia de Buenos Aires, Argentina.
Arquitectura del siglo XIII, de estilo neogótico, al igual que las catedrales de La Plata, San Isidro y la iglesia de los Capuchinos, en la ciudad de Córdoba, está dedicada a Nuestra Señora de Luján, la patrona de la Argentina. Por este motivo, es considerado el Santuario Nacional.
El 06/05/1890, el sacerdote Jorge María Salvaire comenzó la construcción del edificio. El arquitecto fue el francés Uldéric Courtois. En diciembre de 1910 fue inaugurada y bendecida la iglesia, si bien las torres aún no existían. El 15/11/1930 el papa Pío XI le otorgó el título de basílica menor. El templo se pudo finalizar en 1935.
El Estado Nacional cofinanció tanto la construcción como la restauración de la obra.
El encuentro
Macri y Fernández no se veían desde fue el 28/10, el día después del comicio que ganó Fernández, cuando se reunieron en Casa Rosada. Sin embargo, arribaron juntos a la misa, en la que cruzaron palabras en varias oportunidades y se saludaron con un abrazo, en el tradicional “Saludo de la Paz”.
Así, la Iglesia Católica facilitó lo que se llamó “traspaso espiritual” del gobierno secular, una notable expresión de poder.
Macri fue acompañado por la vicepresidenta Gabriela Michetti; el jefe de Gabinete, Marcos Peña; la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley; la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich; el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica; y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, entre otros funcionarios del gobierno saliente.
Fernández, en tanto, llegó con Santiago Cafiero, jefe de Gabinete de Ministros; Daniel Arroyo, ministro de Desarrollo Social; Felipe Solá, ministro de Relaciones Exteriores y Culto; Guillermo Olivieri, secretarío de Culto; Gustavo Beliz, secretario de Asuntos Estratégicos; Gabriel Katopodis, ministro de Obras Públicas; y Nicolás Trotta, ministro de Educación.
También participaron el intendente saliente del municipio Luján, Oscar Luciani, el jefe comunal electo Leonardo Boto; y la exintendenta Graciela Rosso.
“No somos ingenuos, no creemos que una celebración sea la solución de los problemas, pero estamos seguros de que este gesto que estamos realizando juntos, habla por sí mismo, y deseamos que en estos días históricos y con la ayuda de lo Alto, se convierta en una puerta para entrar en esta nueva etapa, con sinceros anhelos de unidad y de paz”, dijo Scheinig.
Tras culminar la misa, los mandatarios se dirigieron al Complejo Museográfico Provincial “Enrique Udaondo”, donde saludaron a personas que aguardaban y, finalmente, se retiraron de la localidad.
Un dato
Otra demostración del intenso vínculo entre Estado e Iglesia en la Argentina, es relación de las fuerzas militares y el clero católico. Un ejemplo interesante acaba de suceder en días recientes.
Sucede que regresó a la Argentina, la copia de la Virgen de Luján que había quedado como trofeo de guerra en manos del Ejército del Reino Unido, al final de la Guerra de las islas Malvinas / Falkland, en 1982.
La solicitud del intercambio de dos copias de la estatua de la Virgen de Luján, patrona de Argentina, había comenzado en 2018, a pedido de monseñor Santiago Olivera, capellán militar en las Fuerzas Armadas argentinas, a monseñor Paul James Mason, su homólogo para Gran Bretaña, como gesto de reconciliación entre los dos países que se enfrentaron en el Atlántico Sur entre abril y junio de 1982, provocando más de 900 muertos.
El intercambio sucedió en presencia del papa Francisco, en la Plaza de San Pedro, quien bendijo ambas estatuillas.
Las tropas argentinas habían colocado una copia de la Virgen de Luján en la iglesia de St. Mary, en la capital de Malvinas / Falkland, Port Stanley.
Luego de la derrota y retirada argentina, los militares británicos la llevaron a Aldershot, Inglaterra, a la catedral católica de Saint-Michael y Saint-George, que funde como iglesia del Ordinariato Militar Británico.
Olivera entregó otra estatua de la Virgen a Mason, a cambio de la que estuvo en Malvinas.
La homilía
Prudente y muy lógico el mensaje que leyó monseñor Scheling, para ratificar la autoridad de la Iglesia Católica bendiciendo a las autoridades seculares de la Nación argentina, y logrando un abrazo público.
- La causa, sin duda loable (aunque podría haberse realizado antes, cuando la llamada Grieta, o sea la polarización entre Gobierno y mayor oposición, estaba en un insoportable desarrollo).
- El contexto, una escena espiritual… para un evidente protagonismo secular.
- El vínculo Iglesia / Estado, siempre reprochable.
Aquí un fragmento del mensaje de Scheling:
“(…) Las Escrituras Sagradas, cuando en su lenguaje nos revelan los comienzos de la humanidad, nos dicen que por envidia y celos, un hermano mató a su hermano de sangre. Esto significa que ni siquiera la misma sangre nos asegura que no podamos romper lo que de por sí nos une.
Por eso la unión de un pueblo es una tarea, una lucha que comienza en el corazón de cada uno. Allí debemos ser capaces de vencer egoísmos profundos, vanidades, narcisismos, maldades y hasta la propia mentira que nos fabricamos para vender una imagen que no soy yo.
La unión es también una batalla comunitaria, colectiva, que estamos invitados a dar todos los que deseamos ser un pueblo con horizonte.
Recuerdo una charla que un grupo de sacerdotes, en aquellos tiempos muy jóvenes, mantuvimos con Ernesto Sábato. Nos decía que después de haber escuchado los testimonios de las víctimas, cuando escribían el “Nunca Más”, pensó, que el mal por el que pasamos los argentinos había sido de tal magnitud, que estaba seguro no se trataba sólo de un mal moral, sino que lo experimentaba también como un mal con entidad.
(…) Gracias a Dios, estamos en otro tiempo, pero debemos hacer todo lo posible por resistir y no caer en la tentación de querer destruir al otro. En la Patria, el otro es mi hermana, es mi hermano.
(…) Todos somos conscientes que lo que viene, lo que ya estamos viviendo en el mundo, en nuestra América Latina, no es fácil y para seguir construyendo esta Nación bendita necesitamos de todos. Nadie sobra en esta construcción. Si alguien o algunos viven tomados por el resentimiento y el odio, corremos el riesgo de estar siendo funcionales a intereses que ciertamente no buscan el Bien Común de la Nación y estaremos arriesgando gravemente el futuro de las siguientes generaciones.
Estamos agotados de tantos desencuentros y peleas. No se trata de una unidad homogénea o hegemónica, sino de una unidad necesaria para construir el País deseado y salir del laberinto en el que nos encontramos. El Papa Francisco nos invita a pensar en la figura del poliedro para vivir en una unidad que integra armónicamente las diferencias.
Necesitamos promover una Cultura del Encuentro. Necesitamos escucharnos y volver a dialogar todas las veces que sea necesario. (…)”.