Christopher Douglas Stewart es representante (diputado), en USA, por el estado de Utah y en representación del Partido Republicano. Él ya era conocido por sus 'best-sellers' tales como "7 milagros que salvaron a América" y "El milagro de la libertad: 7 puntos de inflexión que salvaron al mundo", así como por su serie "The Great…
Christopher Douglas Stewart es representante (diputado), en USA, por el estado de Utah y en representación del Partido Republicano. Él ya era conocido por sus ‘best-sellers‘ tales como “7 milagros que salvaron a América” y “El milagro de la libertad: 7 puntos de inflexión que salvaron al mundo”, así como por su serie “The Great and Terrible” (El grande y terrible). Él es un devoto de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (o mormones).
Es un conservador, tal como muchos republicanos, opositor de la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio (Obamacare), opositor al ‘cambio climático‘, y un defensor casi fanático del presidente Donald Trump en el intento de juicio político que promueve el Partido Demócrata por la conducta de Trump en negociaciones con Ucrania, en las que vinculó tratados comerciales de USA con exigencias políticas domésticas del Presidente.
Todo esto es necesario aclarar para transparentar la información. De todos modos, el viernes 06/12/2019, Stewart presentó un proyecto de Ley de Equidad para Todos (Fairness for All o FFA), en Washington DC, que trabajó durante dos años con varias organizaciones religiosas.
La iniciativa se enfoca en:
- ningún estadounidense debe perder su hogar o trabajo simplemente por ser lesbiana, gay, bisexual o transgénero (LGBT); y
- ninguna persona religiosa debería verse obligada a vivir, trabajar o servir a su comunidad de manera que viole su fe.
En marzo de 2019, la Cámara Baja, que integra Stewart, aprobó el proyecto de Ley de Igualdad (Equality Act), que contempló los derechos LGBT pero no incluyó los de quienes profesan una religión.
La iniciativa Equality Act, del Partido Demócrata, fue frenada en el Senado, donde los Republicanos tienen mayoría.
Ahora irrumpe el más amplio proyecto de Stewart, que probablemente tenga más posibilidades de negociación entre las partes, aún cuando el legislador afirmó que no creía conseguir los votos necesarios pero quería dar el debate.
Una fuerte oposición
La web Christianity Today explicó:
“La Ley de Igualdad fue escrita de tal manera que una persona religiosa como yo no podría votar por ella”, dijo Stewart, quien es miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. “[Los legisladores demócratas] la escribieron para poder decirle a las personas LGBT: ‘Ningún republicano votó a favor; no les importan las personas como tú’, lo cual simplemente no es cierto”.
La Ley de Equidad para Todos (FFA) exime a los grupos religiosos, tanto de iglesias como de organizaciones sin fines de lucro, de las reglas contra la discriminación. No se requeriría que las iglesias sean anfitriones de bodas entre personas del mismo sexo. Las escuelas cristianas no tendrían que contratar personas LGBT. Las agencias de adopción podrían recibir fondos federales incluso si rechazaran a las parejas del mismo sexo que buscan criar hijos. La ley también protegería el estado exento de impuestos de los grupos religiosos que condenan la homosexualidad.
Las reglas contra la discriminación no se aplicarían a las empresas con fines de lucro con 14 empleados o menos, excluyéndolas de la definición de “alojamiento público”. Esto significaría propietarios de pequeñas empresas como el panadero de Colorado que se negó a hacer un pastel de bodas para una ceremonia entre personas del mismo sexo en 2012 tendría derecho a rechazar el servicio por motivos religiosos.
La legislación enfrenta una fuerte oposición tanto
- de los grupos de derechos LGBT que dicen que consagra la discriminación en la ley, como
- de grupos religiosos conservadores que dicen que concede demasiado a los grupos de derechos LGBT.
Los líderes de más de 90 grupos evangélicos firmaron una declaración rechazando cualquier legislación que proteja la orientación sexual o la identidad de género después de que la CCCU (Council for Christian Colleges and Universities) comenzó a abogar por una ley de Justicia para Todos en 2016. La lista de firmantes incluía al presidente de la Coalición del Evangelio, D.A. Carson; al presidente de Focus on the Family, Jim Daly, al editor de ‘First Things’, R.R. Reno, y a los líderes de la Iglesia Bautista del Sur, Russell Moore y Al Mohler.
“Los cristianos no pueden apoyar [la FFA] por esta razón general: se basa en una concepción no bíblica de la persona humana”, escribió Owen Strachan, director del Centro de Teología Pública en el Seminario Midwestern, en septiembre. “La Escritura no nos permitirá ver ninguna ‘orientación’ o ‘identidad’ impía como algo esencial para nuestra humanidad, como se dirige hacia nuestro florecimiento y, por lo tanto, consagrado en la ley como una categoría protegida”.
Sin embargo, otros líderes evangélicos, incluidos el pastor Tim Keller; el estudioso de jurisprudencia John Inazu y el editor en jefe de Christianity Today, Mark Galli, han argumentado que es posible una conciliación entre ambos conceptos. La idea de Equidad para Todos también ha recibido el apoyo de algunos estudiosos de las leyes, y ha sido respaldada por la Iglesia Adventista del 7mo. Día y la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (SUD). Una ley similar ha sido promulgada en Utah, con el apoyo de la iglesia SUD.”
El choque cultural
En la División América del Norte de los Adventistas, Bettina Krause, Melissa Reid y Daniel Weber, redactaron una comunicación explicando, precisamente, el motivo del respaldo a la FFA:
“Hubo un tiempo, no hace mucho tiempo, cuando la idea de la libertad religiosa era vista por casi todos en la sociedad como algo bueno, digno de protección legal. Pero hoy este ideal, venerado durante mucho tiempo como un derecho humano fundamental y un valor central de la República Estadounidense, se ha contaminado con controversias. De hecho, en dos décadas, la libertad religiosa ha pasado de ser una de las ideas más unificadoras del discurso público de USA a una de las más polarizadoras. En artículos de opinión a nivel nacional, las protecciones legales para la libertad religiosa ahora se llaman desde “una espada para discriminar a los demás” hasta “obsoletas e innecesarias” en la sociedad pluralista de hoy. Y para aquellos que observan las tendencias de libertad religiosa o pertenecen a una minoría religiosa, este cambio sísmico en las actitudes públicas es inconfundible y preocupante.
No lleva mucho tiempo localizar los frentes de esta guerra cultural cada vez más amarga. Es una disputa que se enfoca en gran medida en la interacción entre las protecciones de libertad religiosa y los derechos civiles LGBT. Cada vez más, las personas de fe que defienden una visión bíblica y tradicional del matrimonio y las relaciones humanas son consideradas intolerantes o fanáticos.
Pero este problema es más que solo percepciones y etiquetas negativas. Hay desafíos reales y significativos por delante porque, a medida que cambia la estructura de la sociedad, también lo hacen, inevitablemente, sus ámbitos político y legal. Es esta realidad la que plantea una gran cantidad de preocupaciones tremendas para las personas de fe y para las denominaciones religiosas que buscan operar iglesias, escuelas y otras instituciones mientras se mantienen fieles a su propósito y misión.
Para los defensores de la libertad religiosa, estos temas han adquirido recientemente un nuevo sentido de urgencia. En marzo de 2019, con gran fanfarria y una gran mayoría, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó una ley llamada Ley de Igualdad. Para aquellos que se preocupan por la libertad religiosa, fue una llamada de atención. Aunque es poco probable que la Ley de Igualdad avance en el Senado durante este Congreso, la importancia de su aprobación en la Cámara, y el abrumador apoyo público que generó, no debe tomarse a la ligera.
¿Por qué fue esto tan significativo? Por primera vez, la Cámara votó una ley federal que ampliaba sustancialmente las protecciones civiles para las personas LGBT, pero sin incluir también las protecciones correspondientes para las organizaciones religiosas y las personas de fe. De hecho, no solo faltaban estas protecciones básicas, la Ley de Igualdad fue un paso más allá y cortó las apelaciones a otras leyes federales que protegen la libertad religiosa.
La Ley de Igualdad no está equivocada en lo que busca hacer, es decir, para prevenir el acoso y la discriminación hacia aquellos que enfrentan hostilidad en muchas áreas de la vida cívica actual. Pero la Ley de Igualdad está equivocada en lo que no hace: reconocer y proteger el derecho fundamental de la conciencia religiosa y el ejercicio religioso libre.”
¿Qué es la Equidad para Todos?
Los defensores de Equidad para Todos explicaron hacia los propios cristianos que se oponen, un listado de beneficios tanto para las instituciones religiosas como para las personas de fe:
- Protege la educación religiosa
- La acreditación no se puede negar a las escuelas porque mantienen los estándares bíblicos.
- Puede mantener políticas de vivienda basadas en principios religiosos.
- Los gobiernos federales o estatales no pueden penalizarlo por enseñar de acuerdo con su misión religiosa.
- Protege a los empleadores religiosos: las instituciones pueden mantener los estándares de empleo
- Los empleadores religiosos, incluidas las escuelas, pueden seguir exigiendo a sus empleados que respeten y se adhieran a las opiniones y prácticas religiosas de la institución.
- Protege a los empleados religiosos: aprueba la ley de libertad religiosa en el lugar de trabajo
- Las personas de fe que necesitan condiciones especiales en el lugar de trabajo (como ‘Sabbath off’) obtienen las mismas protecciones legales que las personas con discapacidad. Actualmente, la legislación permite a los empleadores discriminar.
- Protege a los empleados en el lugar de trabajo que expresan opiniones sobre el matrimonio y otros temas religiosos.
- Protege las casas de culto y otros espacios religiosos
- Las casas de culto y otros espacios de propiedad religiosa no pueden ser obligados a alquilar o compartir sus instalaciones para usos que violen sus creencias.
- Protege a las pequeñas empresas propiedad de personas de fe.
- Permite a los propietarios de pequeñas empresas (menos de 15 empleados) continuar ganándose la vida sin verse obligados a proporcionar servicios que violen sus creencias religiosas.
- Protege las instituciones de salud.
- Los proveedores de atención médica no estarán obligados a proporcionar y/o realizar procedimientos médicos que violen sus creencias. Sin embargo, aún se les requerirá que traten a todos los pacientes, como lo hacen actualmente, independientemente de su orientación sexual o identidad de género.
- No cambia ninguna de las protecciones actuales que rodean el aborto para los proveedores de atención médica religiosos.
- Protege el servicio social / agencias humanitarias
- Las agencias como ADRA y Adventist Community Services estarán protegidas de la pérdida de fondos porque mantienen estándares de contratación basados en la religión. Seguiría sirviendo a todos los necesitados, independientemente de la fe o práctica religiosa.
- Protege la exención de impuestos de las Iglesias.
- La autoridad impositiva no puede revocar la exención de impuestos a iglesias, escuelas y otras organizaciones confesionales a causa de sus creencias y prácticas religiosas.
“Es una opción”
Daniel Silliman, desde Christianity Today, reveló la búsqueda, desde promotores del texto, de ampliar el abanico de defensores, para lograr que prospere el proyecto:
“Proponer la legislación es un paso hacia la expansión de la coalición de seguidores, según sus defensores. Shirley Hoogstra, presidenta de la CCCU, dijo que aprobar cualquier legislación importante es un proceso largo que a menudo se adapta y comienza. Incluso si el proyecto de ley no se aprueba en esta sesión, podría tener éxito en establecer la Equidad para Todos como una opción política viable.
“Descubrimos que las personas simplemente no creen que las personas religiosas y las personas LGBT puedan unirse. Dicen que sería bueno, pero simplemente no es posible”, dijo Hoogstra. “Esto les indica a los decisores, representantes de la Cámara y senadores, que en realidad sí es posible. Estamos tratando de explicar, educar y socializar con nuestra factura”.
Si los legisladores piensan que es posible abrazar, en forma simultánea, los derechos LGBT y la libertad religiosa, pueden convencer a los votantes. Michael Wear, estratega jefe de la Campaña And y exdirector de Divulgación Religiosa para el presidente Barack Obama, dijo que en una sociedad pluralista donde la gente no está de acuerdo sobre cosas muy básicas, es fundamental que los líderes ayuden a las personas a encontrar puntos en común.
“Proponer un proyecto de ley ayuda a los votantes a imaginar una posibilidad diferente”, dijo Wear. “Es una opción. Está sobre la mesa. Necesitamos hacer esta conversación más concreta, no menos. Los votantes no tienen imaginación sobre cómo sería posible. Se necesita liderazgo para asumir riesgos reales y mostrarles cómo podría ser”.
Un compromiso
Ahora es importante regresar al texto de Bettina Krause, Melissa Reid y Daniel Weber, quienes se preguntan acerca de la grave inseguridad jurídica que provocaría una aprobación de la Equility Act, problema que intenta superar o corregir la Ley de Equidad para Todos o FFA:
“No hay duda de que tal legislación, si se aprueba, dejaría, por diseño, muy poca protección a aquellos cuyas creencias religiosas no están a la altura de las actitudes sociales actuales. Por ejemplo, afectaría la capacidad de las instituciones religiosas para tomar decisiones de contratación que tengan en cuenta las creencias religiosas de los solicitantes. Podría conducir a que el gobierno o los organismos profesionales retengan la acreditación a las escuelas y organizaciones religiosas. Podría obstaculizar a la iglesia en su capacidad de ejecutar programas de servicio comunitario o poner en riesgo a sus instituciones de respuesta a desastres.
La gran cantidad de litigios que inevitablemente surgiría para resolver estos problemas sería larga, costosa, perjudicial y destructiva.
Mire las noticias por cable o desplácese por sus redes sociales y puede ser perdonado por pensar que la guerra cultural en torno a los derechos LGBT y la libertad religiosa es un conflicto de suma cero. Estas voces que piden un enfoque de “el ganador se lo lleva todo” son contundentes y estridentes, y aun así están equivocadas.
No tenemos que elegir entre la protección de la libertad religiosa o la protección igualitaria de los derechos civiles para todos en el espacio público. De hecho, nuestras creencias y valores como iglesia sugieren que estos dos objetivos generales no están reñidos, sino complementarios.
Sí, nuestro compromiso con la libertad religiosa significa que continuaremos afirmando, inequívocamente, nuestro derecho a expresar nuestra fe y administrar nuestras iglesias e instituciones de acuerdo con nuestros valores y creencias bíblicos, incluidas nuestras creencias sobre las relaciones humanas. También continuaremos defendiendo los derechos de los miembros individuales de la iglesia para honrar su conciencia como empleados y dueños de negocios.
Sin embargo, al mismo tiempo, ¿no deberíamos también afirmar el derecho de toda persona a ser tratada con dignidad y tener protección legal en el empleo secular, la vivienda, el crédito y muchas otras áreas de la vida, independientemente de si estamos de acuerdo con sus elecciones o creencias? Los adventistas saben que cada ser humano es creado a imagen de Dios y merece ser tratado con compasión, dignidad y respeto. Esto también se encuentra en el corazón de lo que significa ser un seguidor de Cristo.
(…) La Equidad para Todos dice, en esencia, que hay un camino claro y basado en principios a través de este difícil panorama cultural y legal.
Sin embargo, lo que Equidad para Todos no hace es señalar un cambio en el pensamiento de la Iglesia con respecto a los temas de orientación sexual o identidad de género. De hecho, si hubiera una intención de hacerlo, no habría necesidad de tratar de preservar el derecho legal de actuar de acuerdo con esas creencias y administrar nuestras escuelas e instituciones en consecuencia.
(…) En todas estas declaraciones hay un hilo común de compasión y amor; una afirmación de que “todas las personas, independientemente de su orientación sexual, son amadas por Dios” (…) Es este mensaje dual —de defender tanto la libertad religiosa como la dignidad humana— lo que está en el corazón de la legislación de Justicia para Todos.” (…)”.