por ELIZABETH MAIER "Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza."FILIPENSES 4:8 La meditación se practica a través de múltiples formatos. Puede ser…
por ELIZABETH MAIER
“Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar.
FILIPENSES 4:8
Concéntrense en todo lo que es verdadero,
todo lo honorable,
todo lo justo,
todo lo puro,
todo lo bello y
todo lo admirable.
Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza.“
La meditación se practica a través de múltiples formatos. Puede ser trascendental, dinámica, yoga, guiada, mindfulness, entre otras.
A su vez, varían las motivaciones que llevan a alguien a la experiencia: manejo del estrés, transición por enfermedades, búsqueda de una mejor calidad de vida, fortalecimiento del carácter, inquietudes espirituales, etcétera.
Podría decirse que, del mismo modo que hay distintas formas para crear música, para practicar un deporte o para danzar, también hay para meditar.
¿Hay lugar para la meditación en el cristianismo? Hay preconceptos al respecto en algunas personas, y resulta interesante proponer un enfoque más amplio.
La respuesta es: Por supuesto. No obstante, el tipo de meditación que propone el cristianismo no es el que requiere dejar la mente en blanco o repetir una palabra o frase. La meditación bíblica implica reflexionar en asuntos provechosos, tales como las cualidades de Dios, sus normas o sus creaciones.
“Recostado, me quedo despierto
SALMOS 63:6-8
pensando y meditando en ti durante la noche.
Como eres mi ayudador,
canto de alegría a la sombra de tus alas.
Me aferro a ti;
tu fuerte mano derecha me mantiene seguro.”
La poesía del rey David propone una pregunta para sumar al debate: ¿es la oración una parte del concepto de meditación que propone el cristianismo?
Un poco de historia
Un dato para quienes afirman que en la tradición judeo-cristiana no hay lugar para la meditación: el teólogo Orígenes de Alejandría (aprox. 185-254), quien falleció consecuencia de las torturas que recibió durante la prisión ordenada por el emperador Decio, había desarrollado la ‘lectio divina’ («lectura sagrada»), de cuatro etapas:
** lectio (lectura)
** meditatio (meditación discursiva)
** oratio (efectiva oración)
** contemplatio (contemplación).
En el estado de lectio (lectura), encontraba un pasaje y lo leía en forma deliberada. En el siguiente estado, meditatio (meditación discursiva), él ponderaba el texto. En el estado oratio (efectiva oración), hablaba con Dios acerca de la lectura, pidiéndole que le revelara la verdad. En el estado final, estado de contemplatio (contemplación), él simplemente descansaba en la presencia de Dios.
La cultura
Mientras en Oriente la meditación es una práctica habitual, en Occidente demoró décadas en ser admitida y validada tal como se la concibe desde el otro extremo del globo terráqueo. Prejuicios religiosos y étnicos, estimulan la controversia entre quiénes la recomiendan y practican, y quiénes no.
Décadas atrás se consideraba que cada cultura poseía una identidad esencial que la mantenía viva a través del tiempo. En consecuencia, se entendía que proteger las raíces y orígenes de las tradiciones era protegerlas de su dilución. Hay una gran influencia de este pensamiento en la teoría del Choque de Civilizaciones formulado por intelectuales tales como Samuel Huntington.
Sin embargo, el referente de los estudios culturales y sociólogo Stuart Hall expuso otra perspectiva durante la segunda mitad del siglo XX, y escribió:
“En el lenguaje del sentido común, la identificación se construye sobre la base del reconocimiento de algún origen común o unas características compartidas con otra persona o grupo o con un ideal […] En contraste con el «naturalismo» de esta definición, el enfoque discursivo ve la identificación como una construcción, un proceso nunca terminado: siempre «en proceso». No está determinado, en el sentido de que siempre es posible «ganarlo» o «perderlo», sostenerlo o abandonarlo. La identificación es, entonces, un proceso de articulación, una sutura, una sobredeterminación y no una subsunción.”
Es decir, la cultura no se reduce a una esencia, sino que se transforma, se adecua, cambia con el tiempo y las condiciones.
De la misma manera, la meditación, tal como una manifestación de la cultura, ha proliferado en numerosos ámbitos de diversas cosmovisiones. Sin duda, el Hinduismo y el Budismo dejaron sus huellas, pero reducir su esencia al inicio histórico es limitar las posibilidades de comprenderlo en su papel actual, dentro de una civilización globalizada.
Se puede indicar, en síntesis, que la práctica de la meditación busca la mejoría de las personas en sus respuestas a eventos externos, partiendo de la aceptación de los factores ambientales que suceden fuera del propio control.
Conciencia plena
Una de las más reconocidas psicoterapias relacionadas a la meditación es Mindfulness (en el pasado, sinónimo en inglés de ‘attention’). Un magistrado británico en Ceilán, Thomas William Rhys Davids, lo utilizó como traducción aproximada del concepto budista que en la lengua litúrgica pali -el lenguaje de los vedas- se llama ‘sati’ que quiere decir «memoria del presente», una de las siete facetas del camino de la iluminación (bodhi).
En la década de 1970, el médico y budista Jon Kabat-Zinn eligió esa palabra para bautizar su programa de meditación, con el objeto de evitar así las reticencias existentes hacia la mística oriental, dándole el significado actual: «conciencia que surge al prestar atención, con el propósito enfocado en el momento presente, y sin juzgar».
Sin embargo, el origen se remonta al corazón del Hinduismo, siglos antes de Cristo. También se cree que Buda (su nombre de nacimiento fue Siddharta Gautama), quien había nacido en la región del Himalaya, aprendió esos principios generales y los adaptó a sus creencias cerca del 500 a.C.
Fue así que nació el ‘Satipatthana’, similar al hoy denominado ‘Mindfulness’. Entre las palabras que componen su denominación se halla el objetivo que propone:
** Sati: atención o “claridad de la mente“.
** Upa: interior.
** Thana: mantener.
Es decir que, tradicionalmente, la práctica no tiene que ver con vaciar la mente ni ponerla en blanco. Consiste en mantener la atención adentro de sí mismo o prestar atención.
Para ilustrarlo, se enseña el relato de la tortuga y el zorro. Un día ambos animales se encontraron en el bosque, el zorro regodeándose pensó “hoy voy a comer bien”, mientras que la tortuga se preguntaba: “¿Qué debo hacer? ¿Correr? ¡No soy tan rápida!”. Así fue que ella decidió no hacer más que meterse en su caparazón. Allí dentro esperó hasta el anochecer, el zorro se cansó y abandonó su propósito. La tortuga encontró la seguridad observando dentro de sí misma.
La Sociedad Mindfulness y Salud, fundada en Argentina hace 12 años, explica desde su portal web:
“Aunque comúnmente se asocia Mindfulness o ‘sati’ con el Budismo, muchas de las tradiciones religiosas del mundo utilizan Mindfulness de manera implícita o explicita, pues es una capacidad básica y humana de conexión con el presente. La asociación con el Budismo debe su razón a que fue en el seno de esta tradición que se generaron un corpus amplio de prácticas que permiten refinar y profundizar esta capacidad hasta grados altísimos. La meditación Mindfulness o ‘de insight’ es una de ellas y se practica en una gran cantidad de formas”.
Por ejemplo, es habitual que en los tratamientos de abandono de adicciones, aún en aquellos de orientación cristiana, se introduzca el Mindfulness como un mecanismo para ayudar a reflexionar antes de actuar, y de aprender a encontrar un equilibrio cotidiano.
A contrapelo de mitos populares, los especialistas explican que la práctica no enseña la evasión de los problemas, sino que guía a mantenerse atento al interior ante determinadas situaciones problemáticas para darse el tiempo de encontrar la solución adecuada y lidiar con ellos.
Los componentes básicos del Mindfulness son:
** Atención al momento presente: evitando rumiaciones acerca del pasado y deseos o temores sobre el futuro
** Apertura a la experiencia: desarrollar la capacidad de observar con la curiosidad de la primera vez
** Aceptación: vivir plenamente y sin defensas, para no incurrir en conductas desadaptativas en un intento de evitar experiencias displacenteras
** Dejar pasar: desapegarse de las cosas innecesarias
** Intención: tener un propósito personal movilizador
Aprender a no vivir en automático: en primera persona
Carolina R. participó en talleres de iniciación de Mindfulness y asiste semanalmente a un encuentro, porque cree que “ayuda a cultivar la atención y la presencia, como un músculo, hay que ejercitarlo”.
Ella empezó por recomendación de su terapeuta para complementar el tratamiento de control de la ansiedad. “La ansiedad hace que mi mente esté en el pasado o en el futuro, perdiendo detalles del presente sin poder disfrutarlo. Introducirme en la práctica, me ayuda a aceptar lo que tengo en el momento, a estar más tranquila, conectada con el que está al lado mío y conmigo misma, a escuchar mis límites, mi cansancio, y a no vivir en automático”.
Otra de las lecciones que la marcaron fue aprender a no juzgar y a bajar el nivel de autocrítica.
“Aprendí a alimentarme no emocionalmente, a escuchar e identificar la saciedad. Y esto tiene que ver con una de las mayores enseñanzas que me dio: poder hacer una sola cosa a la vez, comer, orar y durante mi reflexión espiritual diaria. A su vez, enriqueció mis conversaciones, mi trabajo, mis vínculos. Es una práctica recomendable para todos, ya que en esta época con infinidad de estímulos y distracciones, todo nos aleja del presente”.
Para Matías T. la experiencia fue similar, aunque explica que recomienda Mindfulness “sólo por un tiempo, para aprender las herramientas e ir aplicándolas. Me parece que el reunirse frecuentemente tiene el fin de adquirir disciplina en la práctica, pero no es nada que uno no pueda hacer solo en su casa”.
Puede concebirse como unas de las potencialidades que brinda esta psicoterapia, la posibilidad de aprender la metodología en pocos en encuentros y luego aplicarlos en la cotidianeidad. “Invitaría a que las personas puedan ver de qué se trata, a incorporar las herramientas y ejercicios de relajación, porque te ayudan en el día a día”.
Hay dos facetas desde las que Néstor G. analiza los beneficios y desventajas de la práctica.
“Personalmente lo noto muy útil, pero me ha costado sostenerlo en el tiempo, aunque es el ideal. En segundo plano, como instructor de Mindfulness del centro de calidad de vida en el que trabajo, vi cómo ayudó a muchas personas en momentos de altos niveles de ansiedad, y en diversas crisis. Sin embargo, tal como pasa con la mayoría de las prescripciones relacionadas al estilo de vida como la alimentación y el ejercicio físico, cuando comienzan a notarse los beneficios abandonan el tratamiento. La desventaja que le veo es la dificultad de mantener el nivel motivacional a través el tiempo. Pero lo recomiendo con énfasis, sabiendo que no se sugiere para personas que están atravesando depresión”.
Meditación y espiritualidad, ¿dos palabras para definir lo mismo?
Desde la inauguración del nuevo milenio se han incrementado exponencialmente las investigaciones acerca de los beneficios de la meditación en tratamientos de estrés, depresión, entre otras enfermedades médicas.
Año a año son cientos los argumentos científicos que demuestran lo que en la cotidianeidad se evidencia: el vínculo entre las enfermedades del cuerpo y de la mente.
Sin embargo, ¿es novedoso para los cristianos? ¿Deberíamos creer en una raíz hinduista de la meditación? ¿Qué enseña la historia bíblica?
Las horas previas a encontrarse con su hermano Esaú, fueron de gran nerviosismo para Jacob. Él tenía “gran temor y angustia” (Génesis 32:7). Sin embargo, durante la noche decidió apartarse y hablar con Dios (Génesis 32:24), y fue allí que luchó con el ángel y demandó ser bendecido.
En Babilonia, Daniel se apartaba tres momentos al día en soledad para hablar con Dios.
“Sin embargo, cuando Daniel oyó que se había firmado la ley, fue a su casa y se arrodilló como de costumbre en la habitación de la planta alta, con las ventanas abiertas que se orientaban hacia Jerusalén. Oraba tres veces al día, tal como siempre lo había hecho, dando gracias a su Dios.”
DANIEL 6:10
Luego del milagro de la alimentación de los cinco mil, los discípulos fueron a Jesús a contarle todo lo sucedido. Pero Él los invitó a descansar apartados.
“Entonces Jesús les dijo: «Vayamos solos a un lugar tranquilo para descansar un rato». Lo dijo porque había tanta gente que iba y venía que Jesús y sus apóstoles no tenían tiempo ni para comer.
MARCOS 6:31-32
Así que salieron en la barca a un lugar tranquilo, donde pudieran estar a solas“.
Jesús acostumbraba pasar las noches enteras en soledad y oración:
“Cierto día, poco tiempo después, Jesús subió a un monte a orar y oró a Dios toda la noche.”
LUCAS 6:12
Jesús también le enseñó a Marta a depositar la atención en lo presente, Él estaba allí pero no por mucho tiempo:
“Durante el viaje a Jerusalén, Jesús y sus discípulos llegaron a cierta aldea donde una mujer llamada Marta los recibió en su casa.
LUCAS 10:38-42
Su hermana María se sentó a los pies del Señor a escuchar sus enseñanzas,
pero Marta estaba distraída con los preparativos para la gran cena. Entonces se acercó a Jesús y le dijo:
—Maestro, ¿no te parece injusto que mi hermana esté aquí sentada mientras yo hago todo el trabajo? Dile que venga a ayudarme.
El Señor le dijo:
—Mi apreciada Marta, ¡estás preocupada y tan inquieta con todos los detalles!
Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la ha descubierto, y nadie se la quitará.“
Cristianos que “prestan atención”
¿No es un problema frecuente la distracción durante la oración? Un pensamiento lleva a otro en milésimas de segundo, sin poder rastrear el camino de vuelta.
El estilo de vida contemporáneo que obliga a las personas a pasar de una actividad a otra casi automáticamente, no es inocuo para la salud ni mucho menos para la espiritualidad.
Los pensamientos constantes divagan en el pasado, imaginan el futuro y recorren cada posibilidad existente. Sucede durante el trabajo, el ocio, el descanso y hasta en periodos de tiempo dedicados a Dios, como la oración o la reflexión bíblica.
La habilidad de tener conciencia plena, que se enseña en Mindfulness, permite traer todos esos pensamientos de vuelta al presente. Conectar la mente y el cuerpo en el afamado “aquí y ahora”.
Volviendo a Jon Kabat-Zinn, fundador de la Clínica de Reducción de Estrés en el Centro Médico de la Universidad de Massachusetts, dónde introdujo la práctica de Mindfulness en el tratamiento de pacientes con diferentes dolencias, él define la finalidad de la terapia como: “prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar”.
¿Acaso no se trata de los mismos fundamentos cristianos?
La aceptación, el no juzgar, el desapego de lo material y tantos otros valores de la práctica tienen su verdadero origen registrado en la Biblia, que enseña que, desde la creación del mundo, Dios puso a disposición de los humanos la oración y la conexión con el Cielo a través de la naturaleza, “porque el artista conoce la obra de sus manos”.
John Main lo entendió y por eso se lo considera un referente de la meditación dentro del cristianismo.
Él fue un sacerdote católico -de la Orden de San Benito, o sea monje benedictino- pero se inició en la meditación a través de un monje hindú. Main nunca abandonó sus principios religiosos, pero él reconoció el poder que tiene la disciplina aprendida para lidiar con las distracciones:
“La meditación es simplemente un camino de ir a esa salud de espíritu básica, un estado donde nuestro espíritu tiene espacio para respirar, donde no está asaltado ni cargado con lo trivial o con lo puramente material; un estado donde, al estar abiertos a la verdad última y al amor supremo, somos convocados más allá de todas las trivialidades”.
Han sido varios los religiosos que cruzaron las fronteras de la religión y la cultura para enriquecerse de otras cosmovisiones. Sin duda, hay sutilezas que atender pero, más aún, prejuicios que cuestionar.
Actualmente, la meditación ha mutado en numerosos formatos y los ciudadanos del mundo globalizado ven en sus beneficios una necesidad impresa en el diseño del ser humano: la necesidad de conectar con algo más, con Dios.