Nathalie Becquart nació en Fontainebleau, París, Francia, en 1969) es una religiosa católica francesa nombrada consultora del Sínodo de Obispos de la Iglesia Católica Apostólica Romana en 2019 y nombrada una de sus subsecretarias en 2021. Ella se licenció en la École des Hautes Études Commerciales de París (Escuela de Altos Estudios Comerciales, la HEC…
Nathalie Becquart nació en Fontainebleau, París, Francia, en 1969) es una religiosa católica francesa nombrada consultora del Sínodo de Obispos de la Iglesia Católica Apostólica Romana en 2019 y nombrada una de sus subsecretarias en 2021.
Ella se licenció en la École des Hautes Études Commerciales de París (Escuela de Altos Estudios Comerciales, la HEC París), estudió Filosofía y Teología con los jesuítas, en el Centre Sèvres – Facultés Jésuites de París, Sociología en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales o EHESS), se especializó en Eclesiología con Investigaciones sobre la Sinodalidad en el Boston College School of Theology and Ministry (en USA).
En 1995, con 26 años, Nathalie ingresó en el Instituto La Xavière, Missionnaires du Christ Jésus. En 2005, con 36 años, hizo sus votos perpetuos.
La Xavière es una congregación religiosa apostólica de espiritualidad ignaciana (por Ignacio de Loyola) fundada en 1921 por Marie Augustine Claire Monestès, reivindicando al jesuita François Xavier o Francisco Javier. No es un dato menor. Sus miembros son conocidos como Xavières.
Según la web informativa oficial del Vaticano, Vatican News, ella tendrá voz y voto en el Sínodo de Obispos, un organismo de la Iglesia Católica Apostólica Romana que reúne a todos los obispos del mundo y tiene la capacidad de aconsejar al Papa en temas relevantes.
En una conferencia de prensa en la sede de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) en Roma, ella dijo que su elección es “un signo fuerte y profético“, y que espera que marque un antes y un después en la presencia femenina en las distintas realidades eclesiales.
El CV
Según el medio católico ‘Global Sisters Report’, sor Nathalie trabajó como voluntaria en el Líbano durante un año y luego, como consultora en Marketing y Comunicaciones en Paulist Priest, una importante sociedad de sacerdotes paulistas misioneros.
También estuvo en una misión durante tres años con el equipo nacional de Scouts y Guías de Francia, encargada del programa Plein Vent, para educar a niños y jóvenes con valores y juegos al aire libre como un método de enseñanza no formal.
Ella es una representante religiosa interesante porque, además, es una deportista, una apasionada de la vela. Durante años, ha organizado regatas y cruceros para estudiantes como medio de contacto; y retiros en alta mar llamados ‘Vida de Mar, Entrada en la Oración’.
Fue directora de un programa de capellanía universitaria y miembro del consejo obispo de la Diócesis de Nanterre, Francia, entre diversas responsabilidades.
Según afirma el diario francés ‘Société’, ella estuvo 10 años con responsabilidades relacionadas con la pastoral juvenil dentro de la Conferencia de Obispos de Francia.
Ella es la primera mujer que tiene poder, expresado en su voto, dentro de la organización interna de la Iglesia Católica: “Estoy muy conmovida por esta confianza del Santo Padre”.
Derecho al voto
Podría afirmarse que los líderes conservadores, críticos de Jorge Bergoglio, no vieron venir a sor Nathalie, aunque ella había enviado varios mensajes con anticipación.
En junio de 2020, ella escribió una columna titulada “No tener miedo a la voz de las mujeres”.
Ella comenzó manifestando lo siguiente:
“En los últimos Sínodos de obispos, las mujeres presentes –35 de 350 participantes en el de los jóvenes (2018), 35 de 250 en el de la Amazonía (2019)– hicieron escuchar sus voces de forma particular y desempeñaron un gran importante. Muchos padres sinodales, obispos y cardenales, dijeron que habían experimentado la alegría y la fecundidad del trabajo sinodal con las mujeres presentes.
(…) En la vida cotidiana, en sus Iglesias locales, las mujeres participan en diversas tareas y actividades apostólicas. A menudo les resulta difícil ejercer su liderazgo. Tienen que lidiar con el clericalismo y están expuestas a la desigualdad. Para muchas es difícil encontrar su lugar en la Iglesia. Al igual que las jóvenes dicen que su discernimiento vocacional se hace más difícil por la falta de figuras femeninas de referencia.
Al permitir a las mujeres de diferentes realidades eclesiales vivir el Sínodo con los obispos juntos en el corazón de la Iglesia universal durante un período tan largo, se les da la oportunidad de encontrarse y aprender unas de otras, para apoyarse en su viaje espiritual y eclesial, para sentirse menos solas en sus problemas y búsquedas. El Sínodo las permite vivir una experiencia de empoderamiento que las ayuda a reconocer su vocación, a sentirse más responsables y a tener la valentía de desarrollar su liderazgo una vez que vuelven a sus países.
Las mujeres del Sínodo, marcadas por las relaciones de reciprocidad tejidas entre pastores y laicos o consagradas, se convirtieron así en motores de sinodalidad en sus Iglesias locales, protagonistas activas de la transformación misionera de la Iglesia.
(…) Se sienten llamadas a no tener miedo de seguir adelante, y se atreven a hacer preguntas como la del derecho al voto y la participación de las Superioras generales de las Congregaciones femeninas.“
Precisamente es lo que ella tendrá en esta ocasión: derecho al voto.
La mujer en el cristianismo: Apuntes para el debate
El cambio
Antes, en agosto de 2019, ella había escrito un texto que tituló “El rol de la mujer para reparar la Iglesia”.
Entre las apreciaciones, ella manifestó lo siguiente:
“(…) Regenerar a la Iglesia para que sea más evangélica, más misionera, más sinodal, también requiere la participación en este camino de los más pequeños, los más débiles, los más pobres, los más heridos. Para “reparar” la Iglesia, pero aún más para testimoniar a Cristo en las culturas y lenguas del siglo XXI, todos los bautizados – cualquiera que sea su vocación – están llamados a discernir y trazar juntos los caminos de la misión. Por lo tanto, se trata de encontrar formas de actuar que traduzcan concretamente en cada contexto esta identidad profunda de la Iglesia que es “una comunión misionera”, enraizada en el misterio trinitario.
Las mujeres – que introducen la alteridad en el sistema clerical y llevan un deseo de colaboración en reciprocidad con los hombres para una mayor fecundidad pastoral – pero también las religiosas, por su experiencia de vida comunitaria fraterna, de discernimiento comunitario, de una obediencia vivida como “escucha común del Espíritu” – tienen un papel fundamental que desempeñar para promover, junto con muchos laicos que desean formar parte de esta Iglesia sinodal, nuevas prácticas eclesiales cuyas palabras clave sean la escucha, el servicio de todos, la humildad y la conversión, la participación y la corresponsabilidad. (…)”.
Empoderar
Ahora, en su conferencia de prensa, ella realizó algunas definiciones interesantes acerca de sus expectativas:
- ** “Espero que este nombramiento contribuya a que en diócesis, parroquias, movimientos… se abran nuevas posibilidades para incluir a más y más mujeres en en los procesos de discernimiento y en la toma de decisiones”.
- ** “Lo importante es cómo hacer que las mujeres participen en los procesos de decisión y se empoderen. En abandonar una Iglesia clerical para dar paso a una sinodal”.
- ** “La sinodalidad identifica nuevos caminos, porque no nos podemos limitar a lo que se hacía en los primeros siglos. Hay una cierta continuidad, pero tenemos que progresar”.
- ** “No se trata de una revolución, sino de una evolución. La relación entre hombres y mujeres en la Iglesia está evolucionando en aras de la igualdad. Las mujeres nos tenemos que abrir a nuevos ministerios, y no necesariamente los ordenados”.
Por supuesto que se esperan las críticas y hasta no resultaría extraño el intento de alguna triquiñuela. Pero algunos cambios vienen marchando. Y el que no lo percibió, está complicado.