Interpretar la Biblia implica entender la realidad, como dos caras inevitables de una misma moneda. Porque, ¿de qué valdría el conocimiento de las Escrituras si no está acompañado por la lectura de los acontecimientos del mundo del que trata y al que le habla? Un cristianismo abstracto La noción de “la realidad” trae consigo una…
Interpretar la Biblia implica entender la realidad, como dos caras inevitables de una misma moneda.
Porque, ¿de qué valdría el conocimiento de las Escrituras si no está acompañado por la lectura de los acontecimientos del mundo del que trata y al que le habla?
Un cristianismo abstracto
La noción de “la realidad” trae consigo una carga semiótica ambiciosa, parcial y sesgada. En el intento de esquivar la discusión filosófica pero a su vez dándola por sentado, aquí significa y abarca el conjunto de noticias y acontecimientos con su correspondiente bagaje histórico, cultural y político del entorno próximo y lejano.
Salteando este cuestionamiento, muchos religiosos terminan por practicar un cristianismo abstracto, que reside en el mundo de las ideas y autopercibido como externo a la totalidad.
De este modo, aparentan disgregarse de la cultura actual, de los movimientos sociales y los sucesos mundiales de época, como por fuera del rango de afectación del entorno.
Sin embargo, tal creencia no es más que una falacia. El entorno cultural, social, económico y político enmarca y permea cualquier credo.
La consigna es, por el contrario, entender en qué medida sucede y qué hacer en respuesta.
Para alcanzar tal fin, es imprescindible reconocer que interpretar la Biblia y los escritos religiosos afines implica entender la realidad, buscando obtener una conciencia clara del lugar que cada uno ocupa en la ecuación y la función respecto a los demás.
En Oseas 4:6 se expresa que Israel “fue destruido porque le faltó conocimiento”. Ya sea acerca de Dios, como de su accionar en la Tierra, el registro bíblico invita a tener una actitud operativa.
El autor George Knight expone en su libro La visión apocalíptica y la neutralización del Adventismo que “es preciso que pongamos los pies en tierra, que seamos relevantes, que sigamos el ejemplo que Jesús nos dio sobre justicia social”.
Con la mira en dicho objetivo resulta urgente instruirse y posicionarse, según la cosmovisión bíblica que prioriza las libertades, respecto a temas complejos tales como matrimonio igualitario, ley de interrupción del embarazo, educación sexual obligatoria, control, robo masivo de datos, entre otros.
Poder interpretar para advertir
A las autoridades judías se les adjudica la responsabilidad de haber resuelto el rechazo al Mesías. A pesar del grado de profundidad que tenían en el estudio de las Escrituras disponibles en aquel momento, utilizaron la argumentación racional para determinar su decisión.
Con todo, dejando de lado a los conversos previos y posteriores a la muerte de Jesús, también el resto del pueblo israelita concluyó su negación. Es así que el Evangelio de Juan registra:
“En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” Juan 1:10-11.
No obstante, el peligro que finalmente no lograron sortear los judíos, también acecha al cristianismo actual. En un principio conocer cada recoveco de la Biblia es un valor, pero cuando son ideas sin correlato activo en el mundo, se transforman en presunción.
Es decir que de nada sirve recitar versículos y profecías si no se cultiva la disposición a interpretarlos a la luz de los acontecimientos y advertir sus cumplimientos.
Aún más, ciertas profecías van a suceder independientemente de la actitud de los feligreses. La diferencia radica en esperarlos o que simplemente lleguen.
George Knight ilustra la probable situación de su iglesia (Adventista del Séptimo Día) con una escena de Sherlock Holmes y su compañero Watson acampando camino a una de sus expediciones. “A medianoche, Sherlock despierta a Watson de un codazo y le pregunta: ¿Qué ves? Watson empieza a ponerse elocuente en cuanto a la belleza de las estrellas, la forma de la Osa Mayor y la magnitud de la Vía Láctea. ¡Serás idiota!, grita Sherlock, ¡alguien nos ha robado la tienda!”.
Conflicto ideológico entre la verdad y la mentira
En la escuela los niños aprenden que la historia sirve para no repetir los errores del pasado. Pero los cristianos tienen aún mucho que entender de este pensamiento.
El primer conflicto entre el bien y el mal que tuvo lugar en el cielo entre Dios y Lucifer consignó al resto de los ángeles optar a quien seguirían sirviendo.
Pero aquel conflicto no fue una guerra a matar sino que se desencadenó a nivel ideológico, entre las facciones de la verdad y del error. Cada ser tenía la libertad de elegir por una u otra fuente de información y decidir en cuál posicionaba su credibilidad.
Del mismo modo hoy en día, aunque no peligra la vida de los cristianos en el mundo occidental, la dificultad mayor se da en la capacidad de entendimiento de lo que sucede alrededor.
En la era de la infodemia en la que proliferan fake news, opiniones de todo tinte e interpretaciones grandilocuentes, el desafío es distinguir la verdad de la mentira y leer la actualidad a la luz de la cosmovisión bíblica.
A pesar de que para muchos imbuirse del universo noticioso es una tarea ininteligible, algunas pautas simples para lograr claridad son:
1. Detectar la idea noticiosa: ¿qué se está comunicando principalmente?
2. Identificar la fuente: ¿desde dónde lo comunica? ¿qué sé de la perspectiva del medio
3. Aclarar la intención: ¿se puede notar una intención? Generar miedo, curiosidad, incentivar cierta actividad, etc.
4. Averiguar si tiene publicidad: otro tipo de intención más específica es la publicitaria y algunos medios disponen de sellos que indican que es una nota financiada. ¿Tiene un financiador o es publicidad?
5. Equiparar: buscar la fuente alternativa y comparar ideas e intenciones.
6. Lugar en el escenario: ¿dónde me encuentro situado en el escenario que plantea la noticia? ¿De qué lado estoy del problema, conflicto o relato?
7. Contrastar la realidad de hecho con el deber: a la luz del punto anterior, ¿dónde debería estar?