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Oscura historia de esperanza para tiempos difíciles

JUDÁ, TAMAR, FARÉS Y ZERAH

Hay dos pares de gemelos en Génesis, pero todos nos enfocamos en uno: Jacob y Esaú. El pastor Andrew Wilson, de la King's Church London y autor de "Spirit and Sacrament: An Invitation to Eucharismatic Worship" (Espíritu y sacramento: una invitación a la adoración eucarismática), los definió así: "el vendedor ambulante que se convierte en…

Tercer Ángel

sábado 14/03/2020
gemelos
"Cuando llegó el tiempo de que Tamar diera a luz, se descubrió que esperaba gemelos."

Hay dos pares de gemelos en Génesis, pero todos nos enfocamos en uno: Jacob y Esaú. El pastor Andrew Wilson, de la King's Church London y autor de "Spirit and Sacrament: An Invitation to Eucharismatic Worship" (Espíritu y sacramento: una invitación a la adoración eucarismática), los definió así: "el vendedor ambulante que se convierte en…

Hay dos pares de gemelos en Génesis, pero todos nos enfocamos en uno: Jacob y Esaú. El pastor Andrew Wilson, de la King’s Church London y autor de “Spirit and Sacrament: An Invitation to Eucharismatic Worship” (Espíritu y sacramento: una invitación a la adoración eucarismática), los definió así: “el vendedor ambulante que se convierte en el padre de los israelitas y su gemelo peludo y pelirrojo que renuncia a su derecho de nacimiento por un plato de sopa“.

En cambio, la mayoría nos perdemos al otro par de gemelos: Pérez/Farés y Zerah/Zera. No se enseñan a los niños ciertas historias oscuras del Evangelio. Apenas si aparecen en algún que otro sermón. No obstante, es una historia impresionante e inspiradora en muchos sentidos.

Pérez/Farés y Zerah/Zera fueron resultado de una relación incestuosa entre un padre y su nuera, a quien él confundió con una prostituta. Sin embargo, Jesús tuvo mucho que ver con esa historia.

La historia aparece en Génesis 38, el capítulo siguiente a una historia que sí es muy popular: la preferencia de Jacob por su hijo José, quien soñaba sueños que él no sabía que eran profecías y que sus hermanastros odiaban, y lo terminaron vendiendo como esclavo a los mercaderes ismaelitas a cambio de 20 piezas de plata (si eran siclos, más o menos 44 dólares estadounidenses).

El único que intentó salvar a José fue Rubén, pero Judá, promotor de la perversidad, y los otros, se apresuraron a traficar al hijo preferido de su padre Jacob.

Moisés como escritor del rollo Bereshit (Génesis), inspirado por el Espíritu de Dios, escribió ese capítulo 38 que pareciera un desvío en el relato principal, para ingresar a una historia quizás secundaria y con certeza bochornosa de la Casa de Yehudá (forma hebrea de Judá), quien ignoraba que él sería el linaje escogido. Judá envidiaba a José, ignorando los increíbles planes que Dios tenía para su él y su descendencia. Lo que estaba frente a sus ojos le impedía disfrutar lo que vendría más adelante.

Ahora faltaban dos hermanos en la familia de Jacob: José y Judá. Ellos dos estaban destinados a ser los líderes de las Dos Casas de Israel (1 Crónicas 5:1-2).

adulam
Adulam (el varón llamado Hira era de ahí, Génesis 38:1) es el actual Tel es-Sheikh Madhkr, un pueblo al suroeste de Jerusalén y Laquis. Quezib (Judá estaba en esta ciudad cuando su mujer dio a luz a su hijo Sela) es una ciudad al norte de Adulam. Identificado con la actual Ayin-Kezbeh en el valle de Elah.
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En tierra equivocada

Por supuesto que es de imaginar las consecuencias en la casa de Jacob de la tragedia de José, y Judá se marchó a Adulam, que significa “refugio”. Fue una de las ciudades reales de Canaán, territorio más tarde de la tribu de Judá (Josué 15:35). Siglos después, David huyendo de Saúl se refugió en una cueva de Adulam.

Judá fue había sido quien propuso a sus hermanos la venta de José como esclavo, y es probable que se sintiera culpable.

Al considerar el texto desde su contexto hebreo, dice que Yehudá / Judá “se apartó” o, mejor traducido, “bajó” , “descendió muy abajo” –yarad– de sus hermanos. Esta palabra no solo se usa para referirse a algo físico, sino también a algo espiritual. Esto implica que él abrió su corazón a ideas no afines a las de Jehová e hizo cosas reprochables.

Para comenzar, él se marchó a Kenaan (Canaán), el pueblo maldecido y perverso.

En Adulam él se casó con una mujer cananea llamada Súa, y tuvieron tres hijos: Er, Onán y Sela.

En lugar de llevar a la mujer a la casa de su padre, Jacob, Judá decidió vivir en la casa del padre de ella, y criar a sus hijos al estilo de vida cananeo.

Judá negoció que Er se casara con una joven llamada Tamar. Pero Er era mala persona y “el Señor le quitó la vida” (Génesis 38:7). ¿Cómo es que Judá no se enteró de lo que ocurría con Er? ¿Padre ausente? ¿Acaso Judá cargaba con tanta culpa por lo de José que no se sentía una autoridad moral para con Er? ¿Tan alejado de Jehová estaba Judá que no podía interrumpir su cadena de errores?

En aquellos tiempos no había asistencia social ni pensiones por viudez ni seguro de vida por cobrar. En la antigüedad el sistema de subsistencia de una viuda era tener hijos que la llevaran a su casa o casarse con alguien de la familia de su marido fallecido. Esta práctica se llamaba “Ley de Yebum / Yevamot” (más tarde , “Ley de Levirato“).

Entonces, Judá le dijo a Onán que se casara con Tamar pero irrumpió un problema familiar: un probable hijo de Onán y Tamar ¿sería heredero de Er o de Onán?

El versículo 9 no es apto para menores:

Pero Onán no estaba dispuesto a tener un hijo que no fuera su propio heredero. Por eso, cada vez que tenía relaciones sexuales con la mujer de su hermano, derramaba el semen en el suelo. Esto evitaba que ella tuviera un hijo de su hermano.”

Dicen que de Onán viene la palabra ‘onanismo‘, que es sinónimo de ‘masturbación‘ en español y ‘onenut‘ en hebreo.

Algunos hermeneutas dicen que el problema de Onán fue el incumplimiento del precepto del “Yibum”, no amar fraternalmente a su hermano fallecido Er, motivo por el cual no quería que hubiera descendencia de la estirpe de Er.

En definitiva, Onán nunca entendió las enseñanzas de Dios sobre la solidaridad, la fraternidad y la hermandad. Bueno… él era hijo de un hombre que había vendido a su propio medio hermano como esclavo, ¿qué podía esperarse?

Pero Dios tenía un plan y si Onán no estaba dispuesto a cumplirlo, no había tiempo que perder. El versículo 10 es lapidario:

“Así que el Señor consideró una maldad que Onán negara un hijo a su hermano muerto, y el Señor también le quitó la vida a Onán.”

tamar
Representación del encuentro de Tamar y Judá; por Horace Vernet, Wallace Collection, Londres.
Rembrandts school Tamar
Tamar engaña a Judá para quedar embarazada. Representación barroca de un pintor anónimo holandés del siglo XVII. Residenz Galerie, Salzburgo.

La trampa al tramposo

La historia resulta vertiginosa:

Entonces Judá le dijo a Tamar, su nuera: «Vuelve a la casa de tus padres y permanece viuda hasta que mi hijo Sela (o Shelá) tenga edad suficiente para casarse contigo». (Pero en realidad, Judá no pensaba hacerlo porque temía que Sela también muriera, igual que sus dos hermanos). Entonces Tamar regresó a vivir a la casa de sus padres.”

Es probable que Judá no fuese consciente de las transgresiones de sus hijos, y entonces considerase a Tamar una mujer peligrosa y la causa de la muerte de sus hijos. En ese caso, Judá estaría imitando a Jacob, quien también ignoraba qué ocurría con sus hijos y por eso no pudo anticipar la tragedia de José.

Unos años después, murió la esposa de Judá. Cumplido el período de luto, Judá y su amigo Hira, el adulamita, subieron a Timna para supervisar la esquila de sus ovejas.
Alguien le dijo a Tamar: «Mira, tu suegro sube a Timna para esquilar sus ovejas».

Judá subestimaba a Tamar. Ella sabía que Shelá había crecido y Tamar quedó sola, viuda y olvidada, sin la libertad y la posibilidad de ser madre y esposa. Tamar quedó esperando un día que nunca llegó, porque Judá no tenía la intención de cumplir con su palabra.

Luego él quedó viudo y ella sospechó que había una oportunidad. Tamar decidió tenderle una trampa al suegro mentiroso:

Tamar ya sabía que Sela había crecido, pero aún no se había arreglado nada para que ella se casara con él. Así que se quitó la ropa de viuda y se cubrió con un velo para disfrazarse. Luego se sentó junto al camino, a la entrada de la aldea de Enaim, la cual está rumbo a Timna.”

Tamar conocía a Judá más que Judá a Tamar. Judá hizo exactamente lo que Tamar esperaba que él hiciera:

“Judá la vio y creyó que era una prostituta, porque ella tenía el rostro cubierto.
Entonces se detuvo y le hizo una propuesta indecente:
—Déjame tener sexo contigo —le dijo, sin darse cuenta de que era su propia nuera.
—¿Cuánto me pagarás por tener sexo contigo? —preguntó Tamar.
—Te enviaré un cabrito de mi rebaño —prometió Judá.
—¿Pero qué me darás como garantía de que enviarás el cabrito? —preguntó ella.
—¿Qué clase de garantía quieres? —respondió él.
Ella contestó:
—Déjame tu sello de identidad junto con su cordón, y el bastón que llevas.
Entonces Judá se los entregó. Después tuvo relaciones sexuales con ella, y Tamar quedó embarazada. Luego ella regresó a su casa, se quitó el velo y se puso la ropa de viuda como de costumbre.

Los sellos eran pequeños objetos que tenían algún grabado y que se utilizaban para hacer una impresión, por lo general, en arcilla o en cera, que indicaban propiedad o validaban un documento. Estaban hechos de hueso, madera, metal, piedras calizas o semipreciosas. En ocasiones, en los sellos se inscribía el nombre del dueño o de su padre. Algunos mostraban el cargo que ocupaba el dueño del sello. Y a menudo tenían un cordón para colgarlo.

Los bastones se utilizaban como o adorno o insignia de mando o de dignidad. Por ejemplo, entre los babilonios nadie salía de su casa sin llevar un bastón en la mano que tenía una granada o rosa u otro objeto simbólico que identificaba la calidad de la persona que lo portaba.

Judá había caído en la trampa y ahora sólo era cuestión de tiempo.

Más tarde Judá le pidió a su amigo Hira el adulamita que llevara el cabrito a la mujer y recogiera las cosas que le había dejado como garantía, pero Hira no pudo encontrarla.
Entonces preguntó a los hombres de ese lugar:
—¿Dónde puedo encontrar a la prostituta del templo local que se sentaba junto al camino, a la entrada de Enaim?
—Nunca hemos tenido una prostituta del templo aquí —contestaron ellos.
Entonces Hira regresó a donde estaba Judá y le dijo:
—No pude encontrarla por ninguna parte, y los hombres de la aldea afirman que nunca ha habido una prostituta del templo pagano en ese lugar
.

Judá debió haber advertido que algo no estaba bien. Y él había entregado su sello y su cordón. Pero, en un voluntarismo irresponsable, imaginó que nada muy malo podría sucederle.

—Entonces deja que se quede con las cosas que le di —dijo Judá—. Envié el cabrito, tal como acordamos, pero tú no pudiste encontrarla. Si regresamos a buscarla, seremos el hazmerreír del pueblo.”

Judá quería lavarse las manos de todo el asunto: “traté de mantener mi palabra y tú no la encontraste.” Judá transfería sus propias responsabilidades, incluyendo el “seremos el hazmerreír“.

El embarazo de Tamar prosperó y la hipocresía de Judá quedó en evidencia:

Unos tres meses después, le dijeron a Judá:
—Tu nuera Tamar se ha comportado como una prostituta y ahora, como consecuencia, está embarazada.
—¡Sáquenla y quémenla! —ordenó Judá
.”

Él sería feliz con cualquier excusa para deshacerse de ella y poner fin a este lamentable episodio de su vida.

A pesar de que ella estaba viviendo de nuevo en la casa de su padre, todavía estaba bajo la autoridad de Judá.

La pena por adulterio, incluso en una sociedad impía como la de Canaán, era la muerte, tal como puede leerse en el Código de Hammurabi (las leyes recibidas del dios Marduk).

Judá, como juez y parte, supuso que ella era culpable sin siquiera escuchar su palabra.

Pero cuando la sacaban para matarla, ella envió el siguiente mensaje a su suegro: «El dueño de estas cosas fue quien me dejó embarazada. Fíjese bien. ¿De quién son este sello, este cordón y este bastón?».
Judá los reconoció enseguida y dijo:
—Ella es más justa que yo, porque no arreglé que ella se casara con mi hijo Sela.
Y Judá nunca más volvió a acostarse con Tamar
.”

El relato de Moshé o Moisés es testimonio de la fe y esperanza de una mujer que no se resigna ante la injusticia que han cometido con ella. Un relato bíblico reivindicatorio en estos tiempos de revisión del rol de la mujer.

Una pregunta: ¿Tamar habrá sospechado que en la descendencia de Jacob o Yakoov había ‘algo más‘, y por lo tanto, anhelaba ser protagonista de una genealogía poderosa? Probablemente no, y esto la hace más cercana: ella no especulaba sino que reclamaba el cumplimiento de su derecho.

Tamar es la última de las “matriarcas”, comparable con Sara y Rebeca, Lía y Raquel. Parece una prostituta y, sin embargo, es más justa que Judá, el patriarca.

David Nesher escribió en su blog, acerca de Judá:

Yehudá, un hombre inconsistente, deplorable, se encontró con el Dios de sus antepasados y fue quebrantado y vio en su simiente la promesa dada a Abraham.

Cuando Yehudá estaba viviendo una vida fuera de foco espiritual, su pecado de fornicación fue utilizado por el Eterno para evitar un mal mayor. Esto no justifica el pecado, pero muestra que el Eterno es suficientemente grande como para utilizar incluso el pecado para que sus propósitos se cumplan en la vida de una persona.”

Sin duda que a partir de la lección de Tamar, Judá cambió. Regresó a la casa de su padre, fue a buscar alimentos a Egipto, y se ofreció a José para quedar como rehén a cambio de Benjamín y evitar un nuevo sufrimiento a Jacob (1Cr 5:2).

Ya no era aquel Judá que en su juventud había participado en el saqueo a los siquemitas, había sido cómplice del trato injusto a su medio hermano José, y del engaño a su propio padre.

Al final de esta historia, su notable don de mando hizo que Judá, como uno de los cabezas de las doce tribus de Israel, pudiese recibir de su moribundo padre una bendición profética superior. (Génesis 49:8-12).

jose hermanos
Años después, Judá y sus hermanos visitando a José.

La redención de Tamar

La historia no concluye en la lección moral que recibió Judá. Tamar no tendría sólo un hijo sino que le fueron concedidos dos hijos. Los otros gemelos de la Biblia.

Cuando llegó el tiempo de que Tamar diera a luz, se descubrió que esperaba gemelos.
Durante el parto, uno de los niños sacó la mano, entonces la partera le ató un hilo rojo en la muñeca y anunció: «Este salió primero».
Pero luego el niño metió la mano de vuelta, ¡y salió primero su hermano! Entonces la partera exclamó: «¡Vaya! ¿Cómo hiciste para abrirte brecha y salir primero?». Y lo llamaron Fares (o Pérez).
Luego nació el niño que llevaba el hilo rojo en la muñeca, y lo llamaron Zera (o Zerah)”
.

Importaba muchísimo la primogenitura en la Antigüedad. Judá era hijo de un hombre que, para conseguirla, había estado dispuesto a mentir a su hermano Esaú y a su padre Isaac.

Pero hay algo más importante: Fares, Phares o Pérez, que significa “brecha“, es un antepasado de Jesús.

Quien tenía el cordón escarlata se llamó Zerah (posiblemente, una forma abreviada de Zerahías), que significa “amanecer” o “levantarse“.

Hay otro dato a tener presente. Cuando Mateo detalla el árbol genealógico de Jesús, tarea que bien podrían haber realizado los más malvados del Sanedrín y se hubieran ahorrado la condena eterna, en el caso de Judá no se menciona sólo al primogénito sino a ambos gemelos, algo que no sucede en el caso de Isaac, porque sólo se menciona a Jacob.

El relato dice “(…) fue el padre de Fares y de Zera (la madre fue Tamar) (…)”.

Sí, hay algo especial en esta historia que es el reconocimiento a Tamar.

Años después, Fares y Zera fueron a Egipto con Judá, acompañando a Jacob para el reencuentro con José.

No sabemos más de Tamar. ¿Dónde habrá permanecido? ¿Dónde habrá muerto? ¿Iría con sus hijos y su suego? Tampoco es necesario para modificar la opinión acerca de su valentía, su justicia y la bendición que recibió.

Los hijos de Fares fueron Hezrón y Hamul.

Los hijos de Zérah fueron Zimrí, Etán, Hemán, Calcol y Dará. Fueron cinco en total. (1 Crónicas 2:5-7).

Sabemos poco de ellos pero están en el corazón del Evangelio.

Tamar evitó que la simiente de los hijos de Cananán se introdujera en la línea genealógica del Mesías, puesto que Tamar, la nuera de Judá, quedó embarazada directamente de él, y de sus hijos que tenían una madre cananea.

Jay Mack: “Tamar no viviría para ver el cumplimiento de sus esfuerzos. A medida que los descendientes de Abraham llenaron la tierra prometida, la línea de sangre de su hijo mayor Fares, se convirtió en el cordón de oro que conectó la promesa (…) de Adonai (N. de la R.: Elohim / Dios) en el jardín del Edén con el nacimiento del Ungido en Bet-léhem (Miqueas 5:2) miles de años después. Tamar no corrompió la línea del Mesías. ¡Ella la rescató!“.

David Nesher escribió en su blog, acerca de Judá:

Los caminos del Eterno no son fáciles de entender, porque él toma en cuenta las decisiones malas e incluso los pecados de los hombres, para llevar a cabo su diseño mesiánico en la Tierra. Él encamina este pecado, y lo torna en bendición para la humanidad, cambia la genética perversa del engañador Jacob e inserta en esta familia la simiente Divina.”

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