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3 historias de reencuentro con Yeshua

MESIÁNICOS

Stan Telchin fue un autor, orador público y misionero judío, que murió el 04/06/2012 en Sarasota, Florida (USA), a los 87 años. Él escribió 'Betrayed!' (¡Traicionado!), la historia de Judy, la hija de Telchin, quien llegó a creer que Jesús es el Mesías judío, y cómo su padre, Stan Telchin, quien había integrado las juntas…

Tercer Ángel

viernes 28/08/2020
La raíz hebrea proviene de HO-SH-U-A que significa Salvación. En la historia de los 12 espías que Moisés envió para que reconocieran la tierra de Canaán. le dio a Hoshua (Oseas) el nuevo nombre de Ye-hoshua (Josué), que significa: Yahvé-es-Salvación. (Números 13:1-16). En el siglo V antes de Cristo, el nombre Yehoshúa fue acortado a Yeshúa (1 Crónicas 24:11, Esdras 3:2, Nehemías 7:39 y Zacarías 6:11-12). David Flusser, profesor de la Universidad Hebrea, afirma que los judíos galileos no pronunciaban la letra hebrea 'ayin' ubicada al final de las palabras. “El nombre hebreo de Jesús, Yeshu, es evidencia de la pronunciación en la Galilea de la época. Jesús era galileo, y por lo tanto no se pronunciaba la a al final de su nombre Yeshua”.

Stan Telchin fue un autor, orador público y misionero judío, que murió el 04/06/2012 en Sarasota, Florida (USA), a los 87 años. Él escribió 'Betrayed!' (¡Traicionado!), la historia de Judy, la hija de Telchin, quien llegó a creer que Jesús es el Mesías judío, y cómo su padre, Stan Telchin, quien había integrado las juntas…

Stan Telchin fue un autor, orador público y misionero judío, que murió el 04/06/2012 en Sarasota, Florida (USA), a los 87 años.

Él escribió ‘Betrayed!’ (¡Traicionado!), la historia de Judy, la hija de Telchin, quien llegó a creer que Jesús es el Mesías judío, y cómo su padre, Stan Telchin, quien había integrado las juntas directivas de muchas organizaciones judías, se propuso demostrarle que ella estaba equivocada. Pero su investigación lo llevó a la misma conclusión que su hija.

El libro, que vendió más de 1 millón de copias y fue traducido a 30 idiomas, probablemente es la historia más leída que escribió una persona judía que ha llegado a la fe en Jesús… después de los apóstoles Pablo, Juan, Pedro, Mateo, etc.

Lo cierto es que Tuchin se convirtió en un protagonista de los medios de comunicación en USA, Canadá y Ucrania.

El origen

Los padres judíos de Telchin llegaron a USA desde Rusia a principios del siglo 20 y él nació en 1924 en la ciudad de Nueva York, el menor de 6 hermanos, y creció durante la Gran Depresión.

En diciembre de 1944, cuando estaba en su casa con licencia del ejército, Telchin se encontró con una amiga de la escuela secundaria, Ethel David, quien se ofreció a escribirle cuando él regresara al frente de combate. Así lo hizo, y le envió cartas y paquetes. Cuando terminó la guerra, ellos fueron novios, y en 1948 se casaron.

Los Telchin tuvieron dos hijas, Judy y Ann.

Mientras tanto, Stan lograba un gran éxito en el negocio de los seguros: “Veintiséis años después de nuestro matrimonio, teníamos una casa muy grande con piscina, cuatro BMW y un ama de llaves a tiempo completo. Luego, meses después, mi mundo se sintió como si se hubiera desmoronado de repente“.

Entonces sucedió que Judy, por entonces estudiante de la Universidad de Boston, llamó a Stan para decirle que ella creía en Jesús.

Él se desmoronó. Sin embargo, el 03/07/1975, después de meses de estudiar las Escrituras hebreas y el Nuevo Testamento, Telchin también llegó a creer que Jesús es el Mesías.

Y, para su sorpresa, descubrió que Ethel, su mujer, ya había tomado la misma decisión pero de forma independiente.

En 1979, Stan dejó el negocio de seguros para dedicarse al ministerio a tiempo completo.

Después de servir como pastor de ‘Living Word Fellowship’ (Compañerismo de Palabra Viva), en Gaithersburg, Maryland, de 1980 a 1994, creó Stan Telchin Ministries.

Su enfoque fue explicar a las iglesias cristianas

  • cómo el antisemitismo ha dificultado que el pueblo judío responda al mensaje del Evangelio, y
  • cómo los creyentes individuales pueden, al demostrar un cambio de corazón, llegar a los judíos de manera efectiva.

Telchin sirvió en la organización Judíos por Jesús desde 2003 hasta su muerte.

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Stan Telchin: “Inmediatamente decidí leer la Biblia para probar que Jesús no es el Mesías y recuperar a mi hija.
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Su testimonio

Mis padres huyeron de Rusia hacia los Estados Unidos a comienzo de los años 1900, escapando de los pogromos (N. de la R.: pogromo es el linchamiento multitudinario, espontáneo o premeditado, hacia un grupo particular, étnico, religioso u otro, acompañado de la destrucción o el expolio de sus bienes). Yo nací en 1924 y, desde muy temprana edad, comencé a aprender sobre la vida del gueto judío. Un día, alguien me llamó “asesino de Cristo”.

Yo no sabía lo que eso significaba, pero fue el odio en la acusación lo que me aterrorizó. Corrí a casa llorando: “¡Mamá, Mamá!”. Ella me calmó y me dijo: “No llores. Déjame decirte algo muy importante que tienes que aprender. Hay ‘nosotros’, el pueblo judío, y hay ‘ellos’, los goyim, los cristianos. Ellos nos odian, y nosotros tenemos que mantenernos alejados de ellos. Todo está bien ahora. Estamos en USA, y tú estás a salvo.

(…) mi mundo pareció romperse en pedazos cuando mi hija Judy, en ese tiempo estudiante de la Universidad de Boston, me llamó y me dijo con mucha cautela que había llegado a creer que Jesús es el Mesías. Me quedé sin habla, estaba indignado y me sentí traicionado. ¿Cómo es posible que una hija mía se uniera al enemigo?

Pocas semanas después, Judy regresó a casa para pasar sus vacaciones. Hablamos y hablamos, y finalmente ella me desafió: “Papá, tú eres un hombre educado. Lee la Biblia por tí mismo y saca tus propias conclusiones. Esto simplemente o es verdad o es falso, y si tú lees cuidadosamente y le pides a Dios que te revele la verdad, Él lo hará.

Inmediatamente decidí leer la Biblia para probar que Jesús no es el Mesías y recuperar a mi hija. A la noche siguiente, tomé el Nuevo Testamento por primera vez. Yo estaba preparado para leer un libro lleno de odio contra el pueblo judío, pero lo que descubrí fue un libro escrito por un judío, para otros judíos, acerca del Dios de Abraham, Isaac y Jacob, y el Mesías que Él envió a su pueblo.

Leí los relatos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y luego, los Hechos de los Apóstoles. Aquí, leí acerca de Pedro, en un comienzo renuente, yendo a la casa de un gentil llamado Cornelio, un centurión romano. A Pedro le fue dicho que Cornelio había tenido una visión en la cual se le dijo que Pedro le hablaría de Dios. En casa de Cornelio, Pedro comenzó a hablar acerca del Dios de Abraham, Isaac y Jacob, y acerca de Jesús, el Mesías.

Mientras hablaba, sucedió algo totalmente inesperado: el Espíritu Santo cayó sobre Cornelio y sobre todos los gentiles que oyeron las palabras. Pedro y los creyentes judíos que habían ido con él estaban asombrados. Tiempo después, Pedro fue a Jerusalén y explicó en una reunión de apóstoles y otros creyentes judíos lo que había sucedido. A través de su informe, ¡ellos también entendieron que Jesús, el Mesías, debe ser tanto para los gentiles como para los judíos!

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‘¡Traicionado!’, por Stan Telchin, fue publicado en 1981.
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Yo tenía muchas preguntas:

  • “¿Creo realmente en Dios?
  • ¿Creo que el Tanaj es la palabra de Dios para nosotros?
  • ¿Contiene el Tanaj profecías acerca de un Mesías que ha de venir?
  • ¿Ha vivido alguna vez alguien que haya cumplido estas profecías?
  • ¿Fue Jesús quien las cumplió?”.

En los meses siguientes, pasé mucho tiempo estudiando. Leí todo el Nuevo Pacto (Nuevo Testamento) y una buena porción del Tanaj. Conseguí libros acerca de la religión e historia judías. Hablé con rabinos. Estudié las profecías mesiánicas en el Tanaj. Yo no sabía cuántas eran, pero llegué a encontrar más de 40 profecías, y me tambaleó darme cuenta de que ¡Jesús cumplió todas y cada una de ellas!

De particular importancia para mí fue Jeremías 31:31-34, donde Dios prometió hacer un Nuevo Pacto con el pueblo judío. ¿Cómo podía ser que yo no supiera de esta promesa? También leí Proverbios 30:4, que habla del Hijo de Dios; y el Salmo 22, que revela a Jesús colgado en un árbol; también el capítulo 53 de Isaías, que explica que nuestros pecados fueron puestos sobre Él y que Él fue castigado en lugar de nosotros; y también Daniel 9, que profetizó que Jerusalén sería destruida junto con el Templo, por mandato del príncipe que vendría después de que el Mesías hubiera sido asesinado. ¡Ahora sabemos que eso sucedió en el año 70! Yo estaba perplejo.

Una vez, decidí asistir a una reunión de judíos mesiánicos. Allí conocí a una mujer, quien me pidió que leyera en voz alta Éxodo 20:2-3. Leí: “Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí.” Ella me dijo: “Dígame, ¿quién es su Dios? ¿Es Él el Dios de nuestros Padres, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, o está adorando falsos dioses como su negocio, su hogar, su esposa, sus hijos?”. Yo estaba impresionado por su pregunta, y me di cuenta de que, en realidad, pasaba buena parte de mi tiempo pensando e incluso adorando aquellas cosas. Sin embargo, casi nunca pensaba en Dios o consideraba adorarlo.

La presión dentro de mí seguía creciendo. Yo sabía que, en mi corazón, creía que Jesús era el Mesías, pero tenía miedo de las consecuencias que una decisión así tendría en mi vida. Discutí conmigo mismo, y confronté con mis objeciones: las Cruzadas, la Inquisición, los Pogromos y el Holocausto.

Sin embargo, en mi interior podía oír: “Sí. ¡Pero es verdad! ¡Jesús es el Mesías!”. El día 3 de julio de 1975, a las 7:15 de la mañana, la presión dentro de mí finalmente encontró una vía de escape. Estalló desde mis labios: “¡Jesús es nuestro Mesías! ¡Él es mi Mesías! ¡Lo recibo como el Señor de mi vida!”. Cuando se lo conté a mi esposa, descubrí que ella ya se había arrepentido y había aceptado al Señor Jesús como su Mesías y Salvador, y que había estado esperando a que yo llegara a la misma conclusión. Ahora, toda nuestra familia estaba unida de nuevo.”

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Cuando Stan enviudó, volvió a casarse, esta vez con Elaine (que lo abraza en la foto). Aquí en una reunión con amigos.
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En el año 2020

Toda esta historia regresa al leer en Christianity Today el diálogo de Anatoli Uschomirsky dialogando con Peter Johnson.

Anatoli Uschomirski es el fundador del Ministerio Evangélico para Israel en Stuttgart, Alemania. Peter K. Johnson es un escritor independiente que vive en Saranac Lake, Nueva York.

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Anatoli Uschomirsky.
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El texto:

Encontré el odio como judío por primera vez en Kiev, la capital de Ucrania, cuando tenía 11 años en 1969. Sin que yo los provocara, dos niños me llamaron “judío sucio” en el pasillo de mi escuela. Con desprecio, me golpearon en la cara y el cuerpo y me derribaron. Lloré yendo a casa.

Incidentes como estos me llevaron a comenzar a investigar mi herencia. Mis padres eran judíos seculares que nunca mencionaron nuestro pasado. Nunca celebraron la Pascua ni asistieron a la sinagoga. Mi padre murió cuando yo tenía 10 años.

Mientras investigaba las raíces de mi familia, hice un triste descubrimiento en un libro de recuerdos que enumeraba las víctimas de la masacre del barranco de Babi Yar de 1941, que ocurrió cerca de Kiev. Los escuadrones de la muerte nazis tomaron a más de 30.000 judíos (incluidos niños), los desnudaron y los llevaron al fondo del barranco de 15 metros, donde fueron masacrados con ametralladoras. Mi abuelo, mi tía y dos primos estaban entre los muertos. Miles más murieron de la misma manera en 1943.

El gobierno comunista de Ucrania suprimió los detalles de la masacre. Durante mucho tiempo, incluso reconocer el Holocausto fue un tabú. Me sorprendió descubrir que millones de judíos fueron asesinados en los campos de concentración nazis durante la 2da. Guerra Mundial.

El gobierno era bien conocido por su actitud antisemita y nos trató como ciudadanos de segunda clase. Siempre supimos el rechazo. Los funcionarios estamparon “judío” en mi tarjeta de identidad y registros de estudiantes. La KGB (N. de la R.: espionaje de Estado) monitoreó a los judíos que asistían a los servicios del sábado.

Cuando era adolescente, escuché sobre un grupo de jóvenes duros que golpeaban a alguien que conocía, gritando: “¡Hitler debería haberlos matado a todos!”. El odio contra los alemanes se derramó en mi corazón.

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Ícono de los judíos mesiánicos.
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A causa de que las universidades de Ucrania solo aceptaban a un pequeño número de judíos, principalmente para estudios científicos o de ingeniería, decidí seguir una profesión que no requiriera matemáticas. No era bueno con las cifras, por lo que la fotografía parecía la mejor opción profesional después de mi servicio militar. Acosado por los prejuicios, necesitaba demostrar que valía algo.

En el ejército, conocí a otro hombre llamado Anatoli. Era honesto y humilde, el tipo de buen trabajador que no maldecía ni se emborrachaba como hacían tantos soldados. Anatoli fue el primer cristiano que conocí y me habló de su fe en Jesús. Me agradaba, pero rechacé sus ideas religiosas. Como muchos judíos ucranianos, me consideraba ateo.

Después de dejar el ejército en 1991, me inscribí en el Instituto Técnico de Fotografía de Kiev, donde conocí a mi esposa Irina. Como estudiante, trabajé para revistas y periódicos, pero esto trajo poca satisfacción. Para ayudar a llenar el vacío, probé todos los placeres: alcohol, fumar marihuana y hachís, fiestas y sexo. Incluso engañé a Irina. Y exploré diferentes filosofías mundiales, incluido el ocultismo y las religiones orientales. Pero nada me acercó más a la plenitud. Claramente, algo faltaba en mi vida.

Dios intervino cuando visité a mi madre. En una mesa de su sala de estar, vi un libro titulado ‘¡Traicionado!’. Una congregación mesiánica en Kiev acababa de enviar el libro con un número de teléfono inscrito. (…)

El mensaje del libro me desafió. Esta fue la primera vez que supe de un judío que creía en Jesús. Telchin había encontrado un propósito en la vida del que yo carecía, pero sin traicionar su herencia judía. Irina también leyó su historia.

Llamamos a la sinagoga de Kiev y decidimos asistir a un servicio durante la Pascua. La congregación alquiló espacio en un antiguo cine. Irina y yo nos sentimos incómodos y nos sentamos en la parte de atrás, temerosos de ser notados. Las cien personas que estaban allí estaban felices y me sorprendió ver a los judíos adorando juntos.

Un hombre israelí predicó sobre “Yeshua” y el amor de Dios. Durante su sermón, una visión apareció de repente en mi mente. En él, vi una mochila atada a mis hombros, cargada de problemas y preocupaciones, con preguntas sin respuesta, con mi búsqueda de plenitud y todos mis pecados. Era pesado y me tiraba hacia abajo. Entonces apareció un camino que conducía a un hombre judío colgado de una cruz. De alguna manera, sabía que la única forma de deshacerme de la mochila era siguiendo ese camino.

Cuando terminó el sermón, sabíamos que no podíamos irnos hasta que encontráramos la paz con Dios. Irina corrió hacia el altar, donde la gente la rodeó con oración. Se quedó mucho tiempo y entregó su corazón a Cristo, el Mesías.

Viendo el espectáculo con algo de miedo, corrí hacia el altar y agarré las solapas de la chaqueta de cuero del orador. Mirándolo a los ojos, le supliqué: “¡Quiero la paz con Dios, pero quítame esta mochila!”. Al principio él asumió que yo estaba mentalmente perturbado y que deseaba hacerle daño. Pero luego, dándose cuenta de mi sinceridad, dijo: “Cuéntale a Dios sobre tu experiencia con la mochila”. Y así lo hice, pidiéndole a Dios que perdonara mis pecados en lo que estoy seguro fue una manera ridículamente infantil.

De inmediato, supe que todo en mi vida cambiaría a partir de ese día. Irina y yo nos bautizamos unas semanas después, junto con 23 nuevos creyentes judíos. Continuamos adorando con la congregación y crecimos espiritualmente mientras nos alimentábamos de la Biblia.

Mientras tanto, la ruptura final de la Unión Soviética en diciembre de 1991 creó una agitación duradera. Nuestro futuro parecía desesperado. La economía colapsó. No existían buenos trabajos, la comida escaseaba y los efectos a largo plazo del desastre nuclear de Chernobyl en la salud nos preocuparon, especialmente para nuestra hija Alexandra.

Con el aumento del antisemitismo, decidimos dejar Ucrania por Israel. Sin embargo, los familiares nos advirtieron que no fuéramos a causa de la Guerra del Golfo Pérsico. Alemania parecía la mejor alternativa. El gobierno alemán abrió las puertas para dar la bienvenida a inmigrantes judíos de Rusia. Solo quería quedarme allí temporalmente, pero Dios tenía otro plan.

Vendimos las pertenencias de nuestra casa y en junio de 1992 llegamos al cuartel del centro de inmigrantes en Stuttgart. Aprender alemán resultó difícil, pero encontré ayuda usando un Nuevo Testamento, de Gedeon, que descubrí en un basurero. Viajando en el tren subterráneo hasta la escuela de idiomas durante ocho meses, pedía a los viajeros que me explicaran el significado de las palabras que estaba leyendo cuando no las entendía. Aunque aceptaron, me preguntaron por qué estaba leyendo el Nuevo Testamento. Esto abrió oportunidades para compartir mi testimonio.

Durante la primera semana en nuestro nuevo país, conocí a un cristiano ruso-alemán que me ayudó a entender la Biblia y me animó a comenzar un grupo base mesiánico, de ocho personas que se reunían dos veces por semana, y crecimos hasta el punto de alquilar un espacio más grande a una iglesia bautista. Desafortunadamente, los funcionarios de las iglesias protestantes estatales nos rechazaron. Advirtieron: “No debes contarle a los judíos acerca de Jesús”.

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El pez cristiano, la estrella de David y la menorá (el candelabro o lámpara de aceite de siete brazos).
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Finalmente conocí a una pareja de misioneros de Holanda que me animó a liderar un movimiento mesiánico en Alemania. Aunque era algo escéptico, di un paso de fe y dejé mi trabajo en el laboratorio fotográfico en 1994 para lanzar el Ministerio Evangélico para Israel. Inicialmente, patrociné campamentos de verano para jóvenes judíos y una conferencia mesiánica nacional. La primera conferencia atrajo apenas a 25 personas, pero desde entonces ha crecido. También visité campamentos populares entre los judíos rusos.

Un año después de comenzar mi ministerio, durante una excursión familiar a la Selva Negra, un incidente me hizo ver por qué Dios me había llamado a este trabajo. Al regresar a nuestro automóvil, noté que una mujer miraba la calcomanía trasera, que mostraba tres símbolos: el pez cristiano, la estrella de David y la menorá. Cuando ella preguntó sobre el significado, di mi testimonio como judío mesiánico. Las lágrimas pintaron sus mejillas cuando reveló cómo la Gestapo mató a su padre por esconder a una familia judía en su casa durante la guerra. Pude ver que, incluso como alemana, también sufrió bajo los nazis y no culpaba a los judíos por causar la muerte de su padre.

Dios usó ese momento para hacer añicos cada parte de mi odio persistente hacia los alemanes. Y renovó mi deseo de traer la reconciliación entre judíos y alemanes a través de Cristo. En 1998, el Ministerio Evangélico para Israel estableció una de las primeras congregaciones mesiánicas en Alemania. Ahora hay 40 congregaciones y grupos en crecimiento en todo el país, cuatro de los cuales superviso. Cerca de 200.000 judíos llaman “hogar” a Alemania y quiero seguir compartiendo a Jesús, el Mesías, con ellos.

El antisemitismo está creciendo en Alemania. Los crímenes de odio contra los judíos están en la tasa más alta desde 2001. Pero ¿qué podría suceder si más judíos mesiánicos comenzaran a decirle a los alemanes que tienen poca o ninguna fe acerca de la esperanza de Cristo?

Los judíos religiosos a menudo dicen esta oración cuando se levantan, basada en el Salmo 3: 1-6: “Querido Dios, te agradezco que me devolviste mi alma para poder vivir este día para ti”. Si Dios me despierta cada mañana, entonces quiero vivir cada día en cumplimiento de su voluntad. Ésa es mi vocación.

"Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres."

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