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Pandemia y zozobra: Hora de pensar un mundo mejor

LA INCERTIDUMBRE COMO ARGUMENTO

De pronto, la organización de la Civilización ha cambiado, sin un preaviso. Nadie conoce ni la profundidad ni la formalidad de la modificación pero todos comprenden que nada será igual a lo que conocimos. Quienes intentan explicar las tendencias de los poderes coyunturales, no pudieron anticipar que resultaría tan brutal, tan abrupto y tan sencillo…

Edgar Mainhard

domingo 22/03/2020
coronavirus
"Ninguna sociedad puede sostener la salud pública por mucho tiempo a costa de su salud económica general. No hay recursos suficientes en ninguna economía, y serán cada vez más limitados a medida que las personas pierdan sus empleos, cierren negocios y la prosperidad enfile hacia la pobreza."

De pronto, la organización de la Civilización ha cambiado, sin un preaviso. Nadie conoce ni la profundidad ni la formalidad de la modificación pero todos comprenden que nada será igual a lo que conocimos. Quienes intentan explicar las tendencias de los poderes coyunturales, no pudieron anticipar que resultaría tan brutal, tan abrupto y tan sencillo…

De pronto, la organización de la Civilización ha cambiado, sin un preaviso. Nadie conoce ni la profundidad ni la formalidad de la modificación pero todos comprenden que nada será igual a lo que conocimos.

Quienes intentan explicar las tendencias de los poderes coyunturales, no pudieron anticipar que resultaría

  • tan brutal,
  • tan abrupto y
  • tan sencillo

modificarlo todo.

Algunos de sus conceptos, en el ‘día después‘ son interesantes y conviene compartirlos.

Por ejemplo, Robert Kaplan, elegido por la revista Foreign Policy uno de los 100 más importantes pensadores del mundo, y director ejecutivo del centro de estudios Eurasia Group, escribió para la agencia de noticias Bloomberg:

Al igual que los ataques del 11/09/2001 y la Gran Recesión, la pandemia de coronavirus es un shock económico y geopolítico que permanecerá vivo en nuestras mentes mucho después de que haya pasado. Pero es algo más: el coronavirus es el marcador histórico entre la primera fase de la globalización y la segunda.

En la primera fase, que duró desde el final de la Guerra Fría hasta hace muy poco, la globalización se trató de acuerdos de libre comercio, la construcción de cadenas de suministro globales, la creación y ampliación de clases medias mientras se aliviaba la pobreza extrema, se expandía la democracia y se incrementaba enormemente tanto digital comunicaciones y movilidad global.

A pesar de todos los reveses, como las guerras en África, los Balcanes y el Medio Oriente, la Globalización 1.0 fue básicamente una buena noticia, sobre la intensificación de la unidad planetaria. Fue amigable con los optimistas.

La segunda fase de la globalización es diferente. La globalización 2.0 consiste en

  • separar el mundo en bloques de gran potencia con sus propios ejércitos y cadenas de suministro separadas,
  • el surgimiento de las autocracias y las divisiones sociales y de clase que han engendrado el nativismo y el populismo,
  • la angustia de la clase media en las democracias occidentales.

En resumen, es una historia sobre divisiones globales nuevas y reemergentes, más amigables para los pesimistas. (…)

El Nuevo Mundo no sólo resulta incierto sino también parece más inseguro que el conocimos.

Aquí va una conclusión inicial: hora de aferrarse a los valores eternos, las verdades inmutables, la casa construida sobre la roca y no sobre la arena. No es oportuno acompañar el vértigo que hoy se asemeja a un océano de muchas olas.

El amor y la misericordia sin duda pueden resultar salvavidas en esa tempestad.

plegaria
Una vecina de Bothell, estado de Washington, Lois Casimes, decidió apoyar a los residentes y trabajadores de la salud en el centro Life Care Center, en Kirkland, Washington, donde ocurrieron al menos 30 muertes por coronavirus entre adultos mayores contagiados por miembros del personal que trabajaban en múltiples centros de atención. Casimes llegó para orar por las personas que permanecían en el lugar.

Pankaj Mishra, ensayista y novelista indio, autor de libros tales como “Age of Anger: A History of the Present” (Edad de la Ira: Historia del Presente), “From the Ruins of Empire: The Intellectuals Who Remade Asia” (De las ruinas del imperio: los intelectuales que reconstruyeron Asia) y “Temptations of the West: How to be Modern in India, Pakistan, Tibet and Beyond” (Tentaciones de Occidente: cómo ser moderno en India, Pakistán, Tíbet y más allá), y premiado por la Universidad de Yale, también cree que en la historia contemporánea

  • no ha sucedido algo semejante, y
  • sus consecuencias son difíciles de anticipar.

A medida que las cadenas de suministro mundiales se rompen, las aerolíneas recortan vuelos, las fronteras se elevan dentro de los estados nacionales, las bolsas de valores convulsionan con miedo y la recesión se cierne sobre las economías, desde China a Alemania, Australia a USA, ya no podemos dudar de que estamos viviendo. tiempos extraordinarios

Sin embargo, lo que queda en duda es nuestra capacidad de comprenderlos mientras usamos un vocabulario derivado de décadas en que la globalización parecía un hecho de la naturaleza, como el aire y el viento. Porque el coronavirus señala una transformación radical, del tipo que ocurre una vez en un siglo, rompiendo supuestos anteriores.

De hecho, la última agitación de este tipo ocurrió hace casi exactamente un siglo, y alteró el mundo tan drásticamente que fue necesaria una revolución en las artes, las ciencias y la filosofía, sin mencionar la disciplina de la economía, incluso para darle sentido. (…)”.

Más adelante en su reflexión, él afirma:

“(…) La crisis financiera de 2008, que ha causado daños más profundos y prolongados que la Gran Depresión, puede desacreditar a la élite globalizadora que prometió prosperidad para todos, creando un amplio margen para demagogos oportunistas como Donald Trump. Sin embargo, se aprendieron pocas lecciones del colapso de los mercados mundiales a medida que la marea avanzó más rápido que las cataratas del Niágara. Es por eso que la crisis de nuestro tiempo es, a la vez, intelectual, política, económica y ambiental. (…)”.

Según él, políticos y periodistas prescriben en estas circunstancias complejas respuestas que ya resultan obsoletas: mercados libres, democracia liberal, transparencia o decencia, liderazgo global. Son conceptos que ya carecen de utilidad y resultan casi una formalidad que intenta ocultar la ignorancia sobre lo que sucede y acerca de lo que vendrá. (…)”

El coronavirus, devastador en sí mismo, puede ser solo el primero de muchos choques que se avecinan“, agregó, y nadie le llamará hoy ‘apocalíptico’, tal como sí hubiese sucedido hace un mes atrás.

Aquí va otra conclusión: la Civilización estuvo devorándose a sí misma desde hace bastante tiempo pero todos eligieron mirar hacia otro lado porque era más sencillo, rentable y ‘amigable‘.

Llega la hora de las vírgenes que sí tenían aceite en sus lámparas.

Es el tiempo de recordar y aferrarse a las promesas de victoria:

Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo.”
Juan 16:33.

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Monja con máscara y guantes en el Istituto Figlie di San Camillo (Instituto de las Hijas de San Camilo) en Grottaferrata, cerca de Roma, el viernes 20/03/2020. Los brotes del coronavirus han afectado dos conventos en el área de Roma. El diario de Roma Il Messaggero citó al comisionado de salud de la región del Lacio diciendo que 59 monjas del Instituto de Hijas de San Camilo en la ciudad de la colina de Grottaferrata dieron positivo por COVID-19.

El equipo editorial del diario The Wall Street Journal escribió:

Los mercados financieros pausaron su caída el jueves 19/03, pero nadie debería pensar que esta calamidad económica ha terminado. Si este cierre ordenado por el gobierno continúa por más de una o dos semanas, el costo humano de la pérdida de empleos y las bancarrotas excederá lo que la mayoría de los estadounidenses imaginan. Esto no será popular para leer en algunos trimestres, pero los funcionarios federales y estatales deben comenzar a ajustar su estrategia antivirus ahora para evitar una recesión económica que empequeñecerá el daño de 2008-2009.

Sin embargo, los costos de este cierre nacional están creciendo por horas, y no nos referimos al gasto federal. Nos referimos a un tsunami de destrucción económica que hará que decenas de millones pierdan sus empleos a medida que el comercio y la producción simplemente cesen. Muchas grandes empresas pueden resistir unas pocas semanas sin ingresos, pero eso no es cierto para millones de pequeñas y medianas empresas.

Incluso las empresas abundantes en dinero en efectivo operan con un margen delgado y pueden desangrarse a través de las reservas en un mes. Primero despedirán a los empleados y luego, por necesidad, cerrarán. Otro mes como esta semana y los despidos se medirán en millones de personas.

La pérdida de peso muerto en la producción será profunda y llevará años reconstruirla. En una recesión normal, Estados Unidos pierde alrededor del 5% de la producción nacional en el transcurso de un año más o menos. En este caso, podemos perder esa cantidad, o el doble, en un mes.

(…) Quizás tengamos suerte, y el genio humano y capitalista para la innovación producirá una vacuna más rápido de lo esperado, o al menos tratamientos que reduzcan los síntomas de Covid-19. Pero salvo eso, nuestros líderes y nuestra sociedad pronto necesitarán cambiar su estrategia de lucha contra virus a algo que sea sostenible. (…)”.

Pero ninguna sociedad puede sostener la salud pública por mucho tiempo a costa de su salud económica general. No hay recursos suficientes en ninguna economía, y serán cada vez más limitados a medida que las personas pierdan sus empleos, cierren negocios y la prosperidad enfile hacia la pobreza. Cada sociedad necesita una estrategia contra las consecuencias no sanitarias de la pandemia pero no hay seguridad acerca de lo que se encontrará o si podrá satisfacer las expectativas de la mayoría de la población.

Otra conclusión más: llegan tiempos difíciles. Pero también lo eran los días del Buen Samaritano.

También lo eran aquellos tiempos de los primeros cristianos, que practicaban lo que Josep Vives llamó “comunismo cristiano”.

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Pastor Troy Dobbs, en Grace Church, Eden Prairie, Minnesota, en su iglesia vacía predicando por un servicio de video streaming, una nueva forma de relacionamiento en la pandemia.

¿Será una exageración recordar Hechos 2:44-47?

Todos los creyentes se reunían en un mismo lugar y compartían todo lo que tenían. Vendían sus propiedades y posesiones y compartían el dinero con aquellos en necesidad.
Adoraban juntos en el templo cada día, se reunían en casas para la Cena del Señor y compartían sus comidas con gran gozo y generosidad,
todo el tiempo alabando a Dios y disfrutando de la buena voluntad de toda la gente. Y cada día el Señor agregaba a esa comunidad cristiana los que iban siendo salvos.

Estas prácticas no concluyeron ni en Jerusalén ni en esos días, y destruyeron los cimientos del Imperio Romano en base al atractivo que provocaba una comunidad que desconocía las diferencias sociales y económicas, se apoyaban unos a otros, transformando su experiencia en un testimonio de que era posible un mundo nuevo.

Una serie de documentos de origen antiquísimo exhortan a la solidaridad entre creyentes.

El problema ocurrió cuando, con la expansión numérica, consecuencia de la supuesta conversión del emperador Constantino, que transformó a la iglesia cristiana en culto estatal del imperio, aquella solidaridad se fue haciendo cada menos efectiva, y se debilitaron las obligaciones de unos para con los otros.

Sin embargo, a menudo, Dios permite nuevas oportunidades.

Si nadie sabe cuál es el mundo que viene, todas las creencias e hipótesis tienen igual valor. Todas las posibilidades son posibles. ¿Por qué algunas tendrían más valor que las que cambiaron el mundo hace 2.000 años?

Vale la pena recordar a Pablo, uno de los líderes de aquellos tiempos iniciales:

“¿Qué podemos decir acerca de cosas tan maravillosas como estas? Si Dios está a favor de nosotros, ¿quién podrá ponerse en nuestra contra?”,
Romanos 8:31.

"Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres."

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