Malnutrición en pandemia: más hambre y más sobrepeso, sobre todo en regiones donde la brecha entre niveles socioeconómicos es profunda y el impacto de la COVID-19 desigual. Al mismo tiempo, a nivel sanitario se evidencian cada vez más los efectos dañinos del virus si el sistema inmune está debilitado por una alimentación desfavorecedora. En este…
Malnutrición en pandemia: más hambre y más sobrepeso, sobre todo en regiones donde la brecha entre niveles socioeconómicos es profunda y el impacto de la COVID-19 desigual.
Al mismo tiempo, a nivel sanitario se evidencian cada vez más los efectos dañinos del virus si el sistema inmune está debilitado por una alimentación desfavorecedora.
En este sentido, se descubrió que dos tercios de los pacientes graves por coronavirus en Reino Unido tienen obesidad. Y al mismo tiempo el Servicio Nacional de Sanidad del país notificó que el 63% de quienes requieren cuidados intensivos tienen exceso de peso.
Más de la mitad aumentó de peso
El 56% de la población argentina aumentó de peso, según los resultados preliminares de una encuesta de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN).
Dentro de este porcentaje, el78% respondió haber subido entre 1 y 3 kilos durante el aislamiento, el 18% aumentó entre 3 y 5 y el 3,5% más de 5,entre abril y mayo del 2020.
Ante los números alarmantes, los profesionales de la salud agregan el problema de la continuidad de los tratamientos previos a la pandemia. Sólo un grupo minoritario siguió con las indicaciones para adelgazar, ya sea online o presencial cuando se reestableció la actividad.
Lo llamativo es el caudal de pacientes sin sobrepeso previo, que consultan por los kilos ganados durante el confinamiento.
Sin embargo, la situación no se da en forma aislada sino en un contexto mundial en el que una de cada cinco muertes está directamente relacionada a una alimentación inadecuada.
Investigadoras del CONICET también comenzaron a registrar los cambios en los hábitos nutricionales en Argentina desde el inicio del aislamiento. Las primeras conclusiones demuestran que,aunque ya era bajo, el consumo de frutas y verduras disminuyó aún más.
Sucede que la falta de acceso a comida de calidad, sobre todo en las primeras etapas de vida, contribuye a un mayor riesgo de obesidad y enfermedades crónicas como la diabetes. Es decir que el hambre y el sobrepeso están interrelacionados y surgen en un mismo origen, que es la malnutrición.
Del otro lado, el hambre
Mientras más de la mitad de la población argentina aumenta de peso, en la generalidad de América Latina y el Caribe una tercera parte se encontraba en inseguridad alimentaria antes de la aparición de los primeros casos de COVID-19.
A nivel global, en 2019 más de 820 millones de individuos no tenían acceso físico, social y económico a la nutrición adecuada correspondiente a una vida activa y sana.
Pero más allá del hambre, el 17% mundial experimentó inseguridad alimentaria moderada, es decir que no tenían acceso regular a la comida suficiente. En total es un 26,4% de la población total que estaba malnutrida antes del coronavirus.
Pero los últimos meses a raíz del virus incrementó el hambre y la pobreza en Latinoamérica. La crisis llegó para empeorar un escenario previamente desmejorado.
La paradoja es que la región produce suficientes comestibles como para satisfacer a todos sus habitantes.Pero son las personas las que no acceden a los ingresos suficientes para garantizar la provisión de los productos.
Adicionalmente, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) prevé que otros efectos de la pandemia a nivel económico serán:
- Variaciones en el poder adquisitivo de las familias.
- Aumento del desempleo: el último número indicó un 8,1% en la región, pero la CEPAL estima que podría llegar a 11,5%.
- Inestabilidad y precarización laboral.
- Volatilidad o cambios bruscos en los precios de los productos.
Comer emocionalmente
El 55% de las personas carnívoras encuestadas por el CONICET declaró comer frecuentemente por motivos ligados al estrés y ansiedad, mientras que sucedió lo mismo con el 62% de los vegetarianos.
Es decir que una de las principales explicaciones del índice de aumento de peso, es la carga emocional que se vivencia en plena pandemia. Por ejemplo, el “picoteo”, como se le llama al consumo de pequeñas porciones pero constantemente a lo largo del día, es un indicador de la verdadera causa de fondo.
El distanciamiento con seres queridos, la incertidumbre y las dificultades económicas devienen en un evidente cambio de los hábitos. En esta línea, la SAN aconseja ladesvinculación de la comida de las emociones,por ejemplo, evitar comer por aburrimiento o angustia.
A pesar que no sea el momento ideal para comenzar un plan restrictivo de alimentación, lo que sí se recomienda es gestionar un estilo de vida equilibrado que le otorgue al organismo lo que necesita y no más.
Por otro lado, en algunas regiones y países la movilidad sigue restringida, por lo que el gasto calórico es abismalmente menor. En consecuencia, las decisiones sobre qué y cuánto comer cobran relevancia y se convierte en un periodo para reflexionar sobre los propios hábitos.
La SAN sugiere trabajar desde la gestión emocional, y delinea tres consejos:
- Pensar en positivo a pesar de las dificultades, ya que los pensamientos influyen decisivamente en el afrontamiento de los problemas.
- Meditar con yoga, tener un lugar de la casa para buscar la tranquilidad, ejercitar la respiración consciente o técnicas de mindfulness.
- Hablar con otros usando las posibilidades de la tecnología, para expresar las preocupaciones y ponerlas en perspectiva.
Recomendaciones
Para quienes enfrenten el problema de la ganancia de kilos en la situación actual, la Sociedad Argentina de Nutrición recomienda una serie de medidas para lograr el equilibrio y no aumentar de peso en aislamiento:
- Realizar 4 comidas diarias: desayuno, almuerzo, merienda y cena aunque los horarios no sean los habituales.
- Colaciones con comestibles saludables, como frutas frescas, desecadas o frutos secos.
- Limitar a servirse solo un plato.
- Incluir toda la variedad de alimentos, verduras, frutas, legumbres, cereales integrales, carnes, huevos, pastas, lácteos descremados.
- Cocinar lo justo para manejar el control de la porción.
- Evitar el picoteo.
- Hidratarse preferentemente con agua.
- Incluir infusiones sin azúcar agregada.
- Incorporar un plato que resulte placentero, como algo dulce en porciones chicas.
- Aprovechar el tiempo de cuarentena para cocinar y disminuir el consumo de industrializados y preparados.
El CONICET también aconseja que no se dejen de lado los productos frescos sólo por salir lo menos posible del hogar. La opción de cocinar los vegetales para que no se echen a perder es adecuada pero debe entenderse que en el agua de cocción se pierden las vitaminas hidrosolubles. Acatando las medidas de higiene, se puede acceder a lo necesario.