La coherencia es un principio psicológico que impulsa a las personas a actuar de forma consistente entre la forma de pensar y la historia de vida. También se denomina principio de compromiso o consistencia. El principio de coherencia El psicólogo estadounidense Robert Cialdini expuso en su libro Influence The Psychology Of Persuasion de 2001, el ABC de las técnicas de persuasión. Entre ellas se encuentra la de coherencia que implica…
La coherencia es un principio psicológico que impulsa a las personas a actuar de forma consistente entre la forma de pensar y la historia de vida. También se denomina principio de compromiso o consistencia.
El principio de coherencia
El psicólogo estadounidense Robert Cialdini expuso en su libro Influence The Psychology Of Persuasion de 2001, el ABC de las técnicas de persuasión. Entre ellas se encuentra la de coherencia que implica la armonía entre los propios valores, sentimientos y deseos.
En otras palabras, es la alineación de lo que se cree, se dice y se hace. Así lo explica también la definición de Charles Kiesler publicada tres décadas antes de la categorización de Cialdini, que entiende al principio como “el vínculo que existe entre el individuo y sus actos”.
Así definida, la consistencia es una de las necesidades primordiales del ser humano para obtener el bienestar ya que utiliza de imput la propia conciencia de cada uno.
En la búsqueda continua por mantener la homeostasis interna, cada individuo se enfrenta a situaciones que atentan contra sus valores. Ante este escenario, puede reforzar su coherencia reaccionando con convicción y como resultado se constituirá una persona estable, confiable y que goza de buen autoestima.
Sin embargo, frente al mismo panorama se pueden realizar grandes o pequeñas concesiones que tambaleen el equilibrio interno personal.
En más casos de los deseados, el segundo tipo de reacción se da con mayor frecuencia que el primero. Es allí que la persona genera estrategias mentales en miras de encontrar un equilibrio, es decir, se producen disonancias cognitivas.
Disonancia cognitiva
La disonancia cognitiva es el conflicto interno que surge cuando se mantienen ideas contrapuestas y devienen en la justificación de acciones o pensamientos opuestos a los propios.
Representa una alteración incómoda del equilibrio mental e impulsa al sujeto a buscar la reducción o eliminación de su causa. Puede darse porque:
- Se mantienen dos pensamientos conflictivos
- Se lleva a cabo una conducta que va en contra de alguna creencia
Según las circunstancias, las personas tienden a reequilibrarse buscando cambiar su creencia original, su conducta o añadir nuevos elementos cognitivos. De lo contrario, si no se resuelven, se vuelven personalidades impredecibles.
El primer profesional en establecer el problema de la disonancia fue Leon Festinger en 1957 en el libro A Theory of Cognitive Dissonance, y desde allí la Psicología ha desarrollado grandes avances al respecto.
Gracias a esta teoría, actualmente se sabe que un vendedor de determinado producto no genera el mismo efecto en su potencial comprador si no está convencido de la calidad, la funcionalidad o el valor de lo que ofrece.
Festinger explicó que “las personas nos sentimos incómodas cuando mantenemos simultáneamente creencias contradictorias o cuando nuestras creencias no están en armonía con lo que hacemos”.
El problema se acrecienta si, como medida de defensa, el sujeto evita el displacer de la incoherencia a través del autoengaño. Porque ¿qué sucedería si a fin de cuentas todos creen en sus propias mentiras?
Creer, querer, hacer
El problema de la disonancia entre dos pensamientos no es novedoso. Tampoco la oposición entre lo que se cree y lo que finalmente se hace.
La teoría psicológica explica que los métodos para equilibrar la conducta son, como se expuso previamente, cambiar la creencia, la conducta o agregar otros pensamientos. Sin embargo, cuando se trata de creencias a nivel espiritual, la Biblia ya echó luz al respecto hace miles de años.
El Apóstol Pablo dejó constancia en el libro de Romanos:
“Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago […] ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, más con la carne a la ley del pecado”. Romanos 7:19, 24-15.
No obstante, no es el único personaje bíblico que tomó conciencia de la capacidad humana del autoengaño. Pedro negó a Cristo tres veces a horas de haberle declarado que estaba dispuesto a seguirlo “no sólo a la cárcel, sino también a la muerte”.
De la misma manera la disonancia sigue siendo una de las principales razones por las que algunas personas no conocen ni desean conocer a Dios, ya que aún sigue abierta la brecha entre lo que se cree, se dice y se hace. Por ejemplo, alguien que posee un conocimiento exhaustivo de las Sagradas Escrituras pero es soberbio o egoísta.
Así profetizó Juan en el Apocalispsis que sería Laodicea:
“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”. Apocalipsis 3:15-17
Con todo, la Psicología y aún más la Biblia brinda salidas y opciones para quienes tomen conciencia de la gravedad de mantener cogniciones en tensión.
En Santiago se registró: “Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos”. (Santiago 1:22-26) y también “quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído, sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla” (Santiago 1:25).