El desayuno sigue siendo la comida más importante del día y es un eslabón clave en el sistema nutricional de una persona. No vale de nada si es combinado con un almuerzo precario o una cena desequilibrada, sino que debe estar integrado bajo criterios adecuados de alimentación. “El que come de todo no debe menospreciar…
El desayuno sigue siendo la comida más importante del día y es un eslabón clave en el sistema nutricional de una persona. No vale de nada si es combinado con un almuerzo precario o una cena desequilibrada, sino que debe estar integrado bajo criterios adecuados de alimentación.
“El que come de todo no debe menospreciar al que no come ciertas cosas, y el que no come de todo no debe condenar al que lo hace, pues Dios lo ha aceptado”. Romanos 14:3
“Ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios”. 1 Corintios 10:31
El desayuno sigue siendo la comida más importante del día
Tal como la palabra lo indica, des-ayunar es romper con el ayuno nocturno. A rasgos generales se considera que debe ocupar entre el 20 y el 25% del aporte calórico diario aunque estudios con diferentes niveles de rigor científico sustentan o desaprueban la importancia del desayuno entre el resto de las comidas.
Sin embargo, una investigación publicada por la American Heart Association afirma que si se lo saltea, aumentan los riesgos de sufrir enfermedades como la obesidad, diabetes y problemas cardíacos.
En este contexto, la tendencia saludable ha acrecentado la popularidad del desayuno y año a año se incorporó como parte de las rutinas de familias que no lo consideraban como tal. Sin embargo a pesar de toda la información disponible, la ingesta de productos industrializados e insalubres siguen conquistando espacios.
En Occidente esta comida es un problema primeramente cultural, debido a que es terreno ganado por las harinas refinadas y las azúcares. Cereales, mermeladas, pastas de chocolate, mantequilla de maní, galletitas, panificados de toda clase configuran el 3% del mercado mundial de alimentos.
Además no todo se trata del presente, porque el valor que se le da a este momento del día está estrechamente vinculado al orden social y económico formado en las últimas décadas. Un ejemplo de ello es la introducción de la mujer al mercado laboral, y la consecuente instauración de la facilidad de preparación como criterio principal.
Cómo se construye un buen desayuno
La arquitectura de un desayuno adecuado incluye medio plato de frutas y la mitad restante debe estar dividida entre: una parte de carbohidratos, una de aceites esenciales y otra de proteínas ambas tres en la misma proporción.
Una buena opción es incluir nutrientes de digestión lenta ya que otorgarán al organismo la saciedad y la capacidad de esperar hasta la próxima comida. Por ejemplo, frutos secos, frutas como la manzana o legumbres.
Las sugerencias aquí explicitadas aplican a la totalidad de los estadios de la vida, aunque se vuelven más significativas y trascendentes en la infancia y adolescencia, cuando las personas desarrollan considerablemente sus facultades físicas y mentales.
Un buen criterio de selección para saber qué ingerir en la primer hora de la mañana (y también el resto del día) es preguntarse cuán integral, entero y natural es el alimento. Algunas recomendaciones básicas son:
- Consumir las frutas enteras para aprovechar la fibra de la cáscara
- Cuanto menos refinada la harina del panificado, mejor
- Si se consume algún producto industrializado una buena guía puede ser el optar por aquellos que tienen menos de cinco elementos en su lista de ingredientes
- Evitar los cereales azucarados
- Evitar las galletitas que aparentan ser saludables en sus etiquetas pero contienen altas proporciones de sodio y azúcar
- Si no se consigue tener apetito a la mañana puede ser por exceso de comida o por platos muy pesados en la cena de día anterior, que a su vez perjudicará la calidad del sueño y el humor al despertar
Ideas prácticas para llevarlo a cabo
La clave en la adquisición del hábito de desayunar está en la capacidad de planificación que permite pensar por adelantado cómo lo va a llevar a cabo al despertar, sobre todo cuando aún no es una práctica incorporada.
Por otro lado, es necesario un cambio de pensamiento alrededor de esta comida, ya que lo que previamente no ocupaba tiempo va a pasar a requerir disponibilidad horaria y económica. De esta forma se contrapone a la creencia común que relega el desayuno sólo a periodos de la vida en los que se cree poder, o también a situaciones de transición como el transporte de camino al trabajo o en algún recreo a lo largo de la mañana.
Sobre todo, se puede optar por la postura de la búsqueda de soluciones creativas a los impedimentos sin aparente solución. Así, una opción es preparar un batido de frutas y agua por la noche y conservarlo en el congelador hasta el día siguiente en casos en los que el tiempo escasee.
Por otro lado, si el problema reside en el cansancio de alimentarse siempre con lo mismo, se pueden variar las leches preparadas con anticipación intercalando entre semanas, por ejemplo entre la de coco y de soja.
O, por último, si la complejidad está en hacerlo atractivo para otros miembros de la familia se pueden buscar alternativas originales como la inclusión de palta u otros vegetales y frutas no comunes, para lograr llamar su atención.